Tal Cual Digital
Chávez ha destruido el aparato productivo público y privado construido entre 1950 a 1998. Mientras que, ahora, Capriles Radonski plantea relanzar al país por el camino del progreso con inclusión social
ISAAC MEDINA
Los venezolanos tenemos la responsabilidad de elegir el próximo 7 de octubre de 2012, si queremos que nuestro país continúe por el camino de atraso e involución al cual ha sido conducido por el gobierno de Hugo Chávez, o si por el contrario nos comprometemos a participar en la construcción de un nuevo camino de Progreso y bienestar para todos, en democracia y en paz, como el que propone Capriles Radonski, candidato de la Unidad Democrática.
En los trece largos y agobiantes años de revolución bolivariana, Venezuela no sólo perdió la mejor oportunidad histórica que ha tenido para emprender una senda de alto crecimiento económico con bienestar social, dado los exorbitantes ingresos petroleros recibidos, sino que, más grave aún, ha experimentado un costoso proceso de involución económica, social e institucional, amén del agudo deterioro ético y moral, que de no ser revertido en el corto y mediano plazo tendrá consecuencias aún más severas sobre las condiciones de vida de la mayoría de los venezolanos y en especial sobre los más pobres y vulnerables.
En efecto, Venezuela exhibió en los últimos doce años (1999-2010) no sólo el peor desempeño económico en América Latina sino también cuando se compara con los propios países miembros de la OPEP.
Su mediocre tasa de crecimiento promedio de 2,6% está por debajo tanto de la registrada por las seis economías más grandes de la región (3,5%) como de la de los países OPEP (6,1%), excluyendo a Irak. Adicionalmente, nuestra economía ostenta hoy la tasa de inflación más alta del continente y una de las primeras del mundo (por encima del 27%), siendo 6,5 veces superior a la de Colombia.
INVOLUCIÓN
Pero lo más grave es el proceso de destrucción sistemática del aparato productivo público y privado, construido en los casi cincuenta años transcurridos entre 1950 y 1998, con lo cual se ha hecho a la economía más dependiente de la renta petrolera.
Este hecho marca una diferencia cualitativa con respecto al proceso de estancamiento experimentado en los años 80 y 90 del siglo pasado, el cual no estuvo acompañado de una política de hostigamiento y asfixia desenfrenada de la empresa privada y de deterioro de la principal empresa del país como lo es Pdvsa.
La involución que sufre hoy el país es de tal naturaleza que un derecho humano tan fundamental como el de propiedad, es violado reiteradamente por el gobierno al igual que el derecho de los trabajadores a la libertad sindical y a la contratación colectiva, destruyendo así incentivos esenciales para la inversión y el trabajo.
Lo mismo ocurre en el plano institucional. El gobierno viola la Constitución y las leyes como le da la gana actuando de manera despótica en contra de los ciudadanos, representado ello una clara involución del país en principios y valores democráticos. El afán de concentrar el poder en manos del Presidente se ha traducido en un desmontaje progresivo de la descentralización afectando la provisión de bienes y servicios públicos en los Estados y Municipios.
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