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lunes, 27 de febrero de 2012

Chávez/Capriles

Tal Cual Digital

Contrastes de los nuevos tiempos. El primero: la muerte de un país enfermo que no ha de ser nunca más. Mientras que el segundo representa la promesa de la nueva Venezuela que ya se anuncia en el horizonte

ENRIQUE OCHOA ANTICH

"...hay un español que quiere vivir y a vivir empieza, entre una España que muere y otra España que bosteza", dicen los memorables versos de Machado. A ver.

Mírese al teniente-coronel (r) buscando la puerta trasera del palacio, esa que da a la esquina de Bolero como quien va a la plaza Bicentenaria. Huye de su propia historia. Encara su inapelable derrota.

Celébrese al nuevo Presidente, vigoroso y joven, traspasando el portón de Miraflores. Viene a hacer la historia grande para la que fue elegido.

Afronta la inconmensurable esperanza del porvenir con confianza y determinación. Uno encarna la turbamulta de un pasado vencido: las tintineantes monedas del populismo improductivo, las polvaredas de nuestros caudillos decimonónicos, el vivac rudo e incivilizado, el rentismo petrolero, la adoración totémica del Estado, la añoranza del maná celestial, las sucias botas del militarismo, la autocracia.

El otro propone un progreso forjado por todos, el sueño moderno de una economía productiva con alto crecimiento y baja inflación que asegure a todos un empleo digno y bien remunerado (la más eficaz de todas las Misiones), un país basado en la educación como palanca para la superación y el desarrollo, una república con instituciones fuertes y poderes públicos autónomos que lo sean de veras cuya plena vigencia nos libere de la servidumbre a un jefe o a una oligarquía o a un partido, una sociedad sin tirano ni amo, una Venezuela libre y justa.

De aquel lado de la historia, en un vértigo pretérito, Chávez insulta, se muerde los labios de la envidia ante las victorias de sus adversarios (primarias, digamos), se enfurece aun a costa de su propia salud, es consumido por la cólera hasta la mengua de sus vísceras, chilla tautológico: "¡Cochino, cochino, cochino!" como si escupiera a los cielos, anda siempre emberrenchinado, furibundo, furioso, rabioso, cabreado.

A este lado de los nuevos tiempos, Capriles no se da por aludido, deja al pesado y vetusto ex campeón dando vueltas en el ring en solitario, subraya una y otra vez que su pelea no es con una persona en singular sino con el plural de un viejo modo de hacer política: los miles de homicidios, las escuelas desvencijadas, los hospitales sin insumos, las carreteras craterizadas por la inopia gubernamental, y un largo etcétera de dolencias y percances nacionales que nos hacen andar peor que antes de 1998 (lo que ya es mucho decir).

Contrastes de los nuevos tiempos. Chávez: la muerte de un país enfermo que no ha de ser nunca más. Capriles: la promesa de la nueva Venezuela que ya se anuncia en el horizonte.

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