Hasta la hora de esta nota, todo ha transcurrido de tal manera que uno se siente en la obligación de ser optimista porque ha habido un ejemplo digno de ser reconocido sin egoísmos. La MUD se ha comportado a la altura y los candidatos de las organizaciones partidistas y los independientes han jugado limpio y con transparencia.
Lo importante y trascendente es que a ese otrora dique de la locura, que contenía todos los demonios, le hemos abierto huecos por aquí y por allá. La represa del horror se está resquebrajando y los diablos están aterrados porque saben que se les terminaron sus 15 minutos de gloria. Ese muro se fracturó y nadie puede impedir lo que sucede una vez que se ha roto la barrera infranqueable. Ocurre que ahora ha comenzado un tránsito de aquí para allá y viceversa. Nada, ni nadie puede detener el impulso del intercambio democrático, el que por momentos pareció desaparecer o se había disminuido al extremo de percibirse como muy frágil e irresoluto.
Poco a poco, resultado de un gran esfuerzo y evidencia de madurez política, hemos comenzado una nueva fecha en la historia de esta nación. En los últimos trece años, los del neomilitarismo, donde desde La Habana se decidían todos nuestros respiros, pensamientos y acciones, muchos apostaron a la imposibilidad de una salida porque la "oposición venezolana" estaba desarticulada y acabada, perdida y concentrada en hacerse de un "milagro".
Pues, aquí estamos, marcando la agenda noticiosa, movilizando conciencias en un colectivo que parecía exhausto e inmovilizado, logrando que los aparatos partidistas den respuestas más allá de las fórmulas desprestigiadas, las de las cúpulas secretas y todopoderosas.
En la otra acera, la del neomilitarismo, anclado en una bruma que ellos denominan de izquierda (¡Dios, ¿cómo se puede ser tan trágicamente anacrónico?!), el Dencorub y el Lexotanil se han agotado.
No han podido calmar las contracturas musculares producto de la ansiedad que ocupa toda la psique y se explaya por todo el cuerpo cuando se está a la deriva.
Lo bueno es que en la nueva Venezuela, la que está surgiendo de prácticas políticas más sanas y participativas, estamos claros en que hay que procurar un punto de encuentro que incluya a los que están dispuestos a entrar en la senda de la verdadera práctica democrática. Los radicales, de todos los bandos, tienen que entender que es la hora de aplacar sus sobre excitados ánimos.
Próxima parada: el 7 de octubre.
@jbelloleon
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