Tal Cual Digital
Es el tiempo que falta para la celebración de los comicios electorales del 7O. La próxima elección presidencial gira sobre modos de vida radicalmente opuestos; democracia plena o autoritarismo cuasi monárquico. Esas son las dos únicas opciones que tenemos
JAIME REQUENA
Hasta el 7 de octubre restan algo menos de 8 meses. Durante ese periodo deberemos decidir qué modelo de sociedad queremos. No se trata de una simple elección presidencial como las que estábamos acostumbrados desde mediados del siglo pasado y en las cuales el dilema se reducía a la escogencia del candidato más afín al modo de ser de uno; social demócrata o demócrata social.
La próxima elección presidencial gira sobre modos de vida radicalmente opuestos; democracia plena o autoritarismo cuasi monárquico. Esas son las dos únicas opciones que tenemos.
La primera opción avanza sobre la experiencia democrática de la segunda mitad del siglo XX y que, si bien tuvo sus fallas e imperfecciones, nos permitió encarrilarnos hacia una sociedad moderna, educada, saludable, respetuosa y emprendedora. Más allá de ello, fue un sistema político en donde la crítica, aun la más destructiva, tenía carta de ciudadanía y la disidencia operaba como combustible a la alternabilidad en el poder.
En contraste, la segunda opción encarnada por la presente administración es un revoltillo de personalismo cum marxismo postmodernizado salpicado de comunismo rancio. Un sistema político dominado por un afán de mantenerse en el poder cueste lo que cueste que ha transformado a la Presidencia de la República en un reducto monárquico; una forma de gobierno en donde el disenso es brutalmente penalizado.
Hugo Rafael Chávez Frías ha conducido el país durante los últimos 13 años por unos derroteros que sólo su mente misterio por conocer establece. No son los caminos de la experiencia, de la técnica o el profesionalismo. Tampoco son los que aconsejan sabios y conocedores sino los que a él solo le vienen en gana.
Los resultados de la gestión actual de gobierno saltan a la vista: deuda externa inconmensurable; inflación más alta del mundo; desempleo rampante; paternalismo alienante; economía en retroceso; cero innovación; educación y salud politizadas y ambas de pésima calidad.
Frente al desastre, surge una propuesta fresca de cambio que empieza por cortar las atribuciones imperiales de la Presidencia; modernas políticas públicas que den fin al paternalismo y populismo para darle paso a eficientes propuestas que consoliden empleo y abran nuevas oportunidades de producción de bienes y servicios nacionales. Novedosas acciones de gobierno que propulsen la educación hacia la sociedad del conocimiento, la emprendeduría y la innovación.
Reformas económicas estructurales en donde el hombre sea el sujeto y se le brinden condiciones para que como empresario o empleado tenga dignidad en su trabajo y la remuneración debida. Estricto apego a la Constitución, especialmente en cuanto al papel de los militares en la vida de la nación se refiere y la separación de poderes.
En fin, las propuestas del candidato de la Mesa de la Unidad Democrática apuntan a hacernos un país de inclusión, en el cual los beneficios y bienes del Estado sean de todos y no de quienes circunstancialmente los estén administrando, como está ocurriendo actualmente.
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lunes, 27 de febrero de 2012
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