Nada está escrito ni nada es irreversible y las elecciones del 7 de octubre pueden modificar la estructura política, económica y social del país ENIO PERDOMO/ARCHIVO
ROBERTO GIUSTI | EL UNIVERSAL
domingo 22 de enero de 2012 12:00 AM
Un derecho aún vigente en Venezuela es el de elegir a nuestros gobernantes. En medio de la demolición institucional que hemos sufrido a lo largo de los últimos años el voto, como herramienta básica del sistema democrático, ha logrado sobrevivir conservando su atributo fundamental de expresar la opinión de las mayorías.
No obstante, en la situación atípica que vive el país la participación pasiva, el compromiso tibio, la indiferencia o, peor aún, la abstención, actúan como elementos desintegradores de ese derecho, ya de por sí vulnerado por las circunstancias políticas y diversos tipos de factores distorsionantes.
De allí la urgencia de vencer todas las rémoras y comprender la necesidad de fortalecer ese derecho y sacarlo de la minusvalía en que se encuentra, mediante la convicción de que, a pesar de todas las limitaciones los ciudadanos, organizados y a través de la participación activa, podemos hacer valer el mandato popular.
Pero eso, en nuestro caso particular, implica vencer obstáculos de magnitudes superiores a los habituales porque lo que está planteado no es una competencia, más o menos amistosa y convencional, entre opciones diferentes pero complementarias, sino una lucha tenaz, representada por dos concepciones antagónicas sobre la forma de vivir y organizarnos como sociedad.
Así, desde la perspectiva de la oposición, en la campaña no esta planteado un simple cambio de gobierno, sino una transformación radical del sistema político imperante , mientras que, desde las fuerzas dominantes el objetivo estriba en consolidar el avance de un proceso político que esperan convertir en irreversible a partir del 7 de octubre.
Esa situación obliga a los electores a asumir su papel con una intensidad y un sentido de la responsabilidad inéditos que implican la participación masiva, organizada y consciente de lo que está en juego. Pero también de quienes, teniendo derecho al voto, no se muestran dispuestos a ejercerlo, como sería el caso de los numerosos jóvenes aún remisos a inscribirse en el Registro Electoral.
La exigencia igualmente trasciende los elementos políticos tradicionales, a los partidos, a su dirigencia y a su militancia porque el esfuerzo debe ser general y masivo, aun cuando ellos continúen asumiendo la carga fundamental de las tareas organizativas, estratégicas y movilizadoras que garanticen la expresión libre, transparente y legítima de la voluntad popular el próximo 7 de octubre.
LAS CLAVE PARA FORTALECER LA INSTITUCIÓN DEL VOTO
1. Concientizarse. Lo primero es tomar conciencia de que las elecciones del 7 de octubre no constituyen un hecho rutinario en nuestra vida política. Es preciso comprender que estamos frente a algo mucho más serio y de cuyo resultado depende el futuro del país en lo colectivo, de nuestra familia en un plano más restringido y de nosotros mismos como individuos. Sólo así podremos asumir, con plena conciencia y responsabilidad, una decisión compartida con 17 millones de venezolanos y hacerla valer, con nuestra participación activa, en caso de ser necesario.
2. Organizarnos. La participación espontánea y producto del simple voluntarismo no resulta suficiente y quizás sea contraproducente a la larga. Es preciso determinar nuestro grado de compromiso y la naturaleza de la tarea que podemos desempeña de la mejor manera y luego incorporarnos a las actividades de un partido político, sumarnos a unas de las tantas ONGes que trabajan en diversas áreas del proceso electoral, ingresar a una de las numerosas redes sociales activas o trabajar con las organizaciones vecinales de nuestro barrio o urbanización.
3. Movilizarse. Son cientos de miles los jóvenes que aún no se han inscrito en el registro Electoral Permanente. Por indiferencia, frivolidad, desinformación o simple ignorancia, desconocen la importancia de 7 de octubre. Y más allá de las campañas del CNE, de los partidos y del trabajo de organizaciones como Voto Joven, cada uno de nosotros debe activarse para estimular, a título individual, a todo nuevo votante que aún se muestre remiso o indiferente. Hay que (re)mover al voto de unos jóvenes que una vez informados seguro vencerán su talante pasivo.
4. Testigo o miembro de Mesa. La suerte de los resultados no sólo se decide con el voto. Una clave para garantizar la transparencia de éstos está en el control del proceso, con énfasis en la auditoría que se realiza al terminar el acto del sufragio. Si se evita la manipulación de las máquinas, se constata la correspondencia del número de votos con el de votantes y se recaba copia del acta, será prácticamente imposible consumar cualquier tipo de fraude. De allí la necesidad de cubrir la totalidad de las mesas con funcionarios o testigos activos y vigilantes.
5. Vencer los temores y mensajes inducidos que fomentan el fantasma de la abstención. Tarea impostergable es convencer a quienes tenemos más cerca de la posibilidad real de lograr un cambio político por la vía electoral. En ese sentido es necesario vencer el miedo y los fatalismo que se nos trata de introyectar con la idea de que el actual régimen llegó para quedarse, de que su permanencia es irreversible y que sólo nos queda resignarnos y vivir en el conformismo. La forma de desterrar esa sensación, artificial e inducida, es a través del voto.
6. Participar en las primarias de oposición puede ser una forma de entrar en la dinámica electoral e incentivar el músculo participativo. Incluso para quienes militan o simpatizan con el oficialismo la asistencia a la justa democrática resulta nutritiva porque permite salirse del cerco de las opciones cerradas y vislumbrar opciones distintas, dentro de una constante unificadora, que amplía los horizontes. La participación en un debate de ideas no sólo enriquece el entendimiento sino sirve de modelo ante una campaña electoral que se insinúa dura e inclemente.
7. Incorporarse al proceso. Hay muhas otras formas de participación en un proceso electoral que, además de abundancia de recursos, requiere voluntarios y logística. Se debe preparar los mecanismos que garanticen, para el día señalado, la movilización y transporte de votantes que por alguna razón, miedo a las represalias, pereza, o no querer hacer cola, se quedan la casa. Igualmente se requiere una logística para hacer llevadera la tarea de testigos y funcionarios de mesas (alimentación e hidratación) que deben pasar largas horas atentos a su tarea. .
rgiusti@eluniversal.com
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