foto | ELADIO TORRES
Hay una gran deuda social con estos compatriotas |
En Cagua se da uno de estos deplorables ejemplos a la entrada de la ciudad, en plena carretera nacional e irónicamente cerca de la llamada “Redoma de la India”.
Es gente de la etnia yukpa que no se sabe como vino a parar a estos lares -otros están ubicados cerca de La Encrucijada, en el semáforo de la intercomunal que queda detrás de Remavenca-.
Lo cierto es que en estos puntos viven -¿será eso vivir?- comen y duermen, sometidos a las inclemencias del tiempo y a los insultos de quienes se ven abordados en sus lujosos automóviles por estos menesterosos.
Es triste ver allí a niños de muy corta edad tendidos sobre láminas de cartón, comiendo con las manos y a expensas de plagas y enfermedades, sin que hasta ahora se haya presentado algún organismo que le busque solución a este grave problema. Esos indígenas, genuinos venezolanos, son un patrimonio viviente de este país, y merecen que se le ofrezca una vida digna.
Ante tanta precariedad y calamidades, seguramente estarán añorando sus lares de la costa occidental del lago -cercanías de Machiques- y sus cultivos de maíz, yuca, plátano y cambur, producto de una rudimentaria agricultura de tala y quema, que por lo menos les permitía una mejor alimentación, la cual apuntalaban también con la caza, la pesca y la recolección de frutos. ¿Será posible que algún organismo municipal, regional o nacional se encargue de ayudar a estos compatriotas yukpas?
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