En la pantalla del televisor, el Magallanes es batido por La Guaira en extrainning. En el restaurante italiano cada esquina tiene una pantalla para poder ver el juego, mientras los comensales ocupan las mesas del lugar, ubicado en plena Plaza La Castellana.
Y allí, sentadito frente al televisor, al fondo del local, discretamente vestido con una chaqueta de cuero negra, encontramos a un paladín de la revolución socialista, la que no quiere lujos, la del "ser rico es malo", la del "andaremos descalzos y desnudos si hace falta". En ese restaurante tan capitalista, tan del este, tan de dinero, tan tan tan... Mario Isea, ferviente defensor de las políticas económicas de Esteban compartía la mesa con una mujer mientras bebía un apetitoso 18 años, con ese color caramelo tan buscado. Y trago tras trago, siempre de espaldas al resto del local, el presidente del Banco de Vivienda, iba saboreando el escocés y, quizá, la derrota de los Navegantes. ¿Será fanático de La Guaira?
JUEGOS DE MODA
Mientras a las universidades se les mezquina hasta el último centavo y a las regiones se les estrangula dándoles a cuentagotas y chucuto lo que constitucionalmente les corresponde por el Situado, el funcionariado chavista, ese que hace y deshace en los ministerios sin rendirle cuentas a nadie, dilapida a manos llenas. Ese tráfago de dinero sí que no tiene límite, para movilizar, para clientizar, para favorecer a los amiguitos o simplemente para celebrar su éxito en los tres propósitos anteriores. Esto tiene dos premisas revolucionarias: un buen restaurant de carnes y un güisquicito 18 años porque los de menor edad les dan carraspera. Y a la hora de pagar la cuenta millonaria es cuando surge la competencia de moda entre los sacrificados compatriotas que han jurado no dar descanso a sus gañotes hasta borrar el capitalismo de la faz del planeta: cada quien desenfunda su tarjeta dorada y al unísono la lanzan contra la pared más cercana. El paganini será quien tenga la buena suerte de que su tarjeta de crédito caiga con el nombre hacia arriba. ¿Buena suerte? Claro, es que en la ostentación es donde está la gracia. Qué vida tan dura, chavales.
LUTO EN EL SENIAT
Hace ya varios días, numerosos funcionarios del Seniat en toda Venezuela, acudieron a sus trabajos vestidos de riguroso luto. Se trataba de una forma pacífica (y hasta elegante) de manifestar su descontento con las máximas autoridades del organismo pues tienen cuatro años sin recibir aumento de sueldo, ni siquiera los ordenados por el comediante-presidente, pues el organismo alega que ellos en materia salarial se rigen por su propio estatuto. Frente a lo que consideraron un agravio imperdonable las autoridades del Seniat, procedieron a investigar a los funcionarios, y aquellos que tenían vacaciones pendientes (muchos las acumulan por razones de servicio) fueron obligados a tomarlas todas juntas, lo cual se interpreta como la preparación del terreno para echarlos del organismo. Aquellos trabajadores que ejercían funciones supervisoras fueron "rebajados de categoría", con lo cual afectan las primas y otros beneficios que contribuyen a "redondear" su ingreso mensual. Todos se preguntan si no sería más útil investigar cómo baten el cobre las roscas en las aduanas del país.
"EMPLEO", CON COMILLAS
El gobierno se llena la boca hablando de creación de empleo y se busca "especialistas" a sueldo para ratificar sus mentiras. Por allí salió uno a decir que Chacumbele ha creado 3 millones 600 mil nuevos empleos, con una tendencia de 300 mil nuevos puestos de trabajo por año. Claro, meten en esa cuenta a los becados de las misiones, a cuanto buhonero encuentren, a los jornaleros de pan pa’ hoy y hambre pa’ mañana. Para los rojos, empleo no es un trabajo digno, con buena remuneración, seguro social, estabilidad. No. Son tan chapuceros, que un "trabajo" no es más que alguien que tenga una ocupación, cualquiera ella sea.
Si ocuparan el tiempo que dedican a maquillar cifras e inventar excusas en generar de verdad condiciones para el trabajo digno, dónde no estaríamos.
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