La muerte del escritor Manuel Caballero deja un inmenso vacío en la investigación histórica de rigor científico y en el periodismo pugnaz y libertario
Por: Héctor Landaeta
Manuel Antonio Caballero Agüero nació en Barquisimeto el 5 de diciembre de 1931. Licenciado en Historia en la Universidad Central de Venezuela. Historiador, escritor y periodista. Profesor Titular jubilado de la UCV, de cuya escuela fue director. Ph.D en la Universidad de Londres; cuya tesis doctoral lo hizo ser el primer venezolano publicado por la Universidad de Cambridge.
Fue profesor contratado en la Universidad de Nápoles. Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia. Premio Nacional de Periodismo (1979), Premio Nacional de Historia (1994) y columnista en los diarios El Nacional, El Universal y diversos medios impresos y revistas especializadas.
Deja una obra prolífica con más de cincuenta libros sobre historia, política y literatura; entre los que destacan: Gómez, el tirano liberal (1993); La crisis de la Venezuela contemporánea (1903-1992), publicado en 1998; Rómulo Betancourt, político de nación (2004); El Desorden de los refugiados (2004); Dramatis personae: doce ensayos biográficos (2004); ¿Por qué no soy bolivariano? (2006); Contra la abolición de la historia (2008); Polémicas y otras formas de escritura (2008) y su último libro Historia de los venezolanos en el siglo XX (2010)
SUS PASIONES
Manuel Caballero fue desde las distintas tribunas un profundo investigador de la historia y un periodista que hizo de su pluma un recordatorio permanente a los venezolanos sobre los valores éticos de la democracia y la libertad.
En los años sesenta era el temible columnista Hemeze, quien desde las páginas de Clarín impulsaba sus ideas sobre la necesidad de una transformación profunda y justiciera de la realidad venezolana.
No dejó nunca de ser el intelectual que a partir de los años setenta y desde la tribuna del MAS y junto a sus amigos Teodoro Petkoff y Pompeyo Márquez evolucionó con los cambios políticos del mundo, para mantener siempre una posición crítica sobre la vida venezolana.
Pero fue fundamentalmente un historiador con un peso muy específico que nunca se encasilló en los dogmas a los que muchos se aferran casi con temor a remover la historia.
Fue por ello un escrutador del proceso independentista y la vida de un Bolívar de carne y hueso, al que siempre evaluó en la dimensión justa que marcó El Libertador en su azarosa existencia.
Pero fue además un periodista crítico hasta sus últimos días y duro fustigador en lo comienzos de la democracia, especialmente de la carrera política de Rómulo Betancourt y sus ejecutorias como líder de la entonces convulsionada nación que buscaba los caminos de la civilidad.
Y con la misma pasión y conocimiento científico con las cuales lo juzgó y escrutó en su oportunidad, lo redefinió en las últimas dos décadas –puede afirmarse–, redescubriendo así el innegable papel protagónico del líder socialdemócrata como propulsor de la democracia venezolana que le permitió al país involucrarse en los intersticios de la modernidad con voz propia.
Son muchos sus libros que nos hablan de historia y política, pero en otros hizo de la crónica periodística una posibilidad para el deleite. Recordamos Derecho e ilustración de la pereza y Ve y toma el libro que está en la mano de Ángel donde Manuel Caballero mostró su comunión con el oficio de escritor y dejó bien asentado su compromiso con el conocimiento y la creación literaria. Deja un intenso legado a los venezolanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario