"Manuel me dijo que si pasaba algo decidieras tú lo que había que hacer porque estaba seguro que sería lo mismo que él habría decidido". Eso me dijo Gloria, su compañera, pocos minutos después que Manuel Caballero rindiera su pluma infatigable ante la presencia de la muerte. Digo esto, consciente de la falta de pudor que comporta, tan sólo para transmitir desde qué profundidades del dolor saco fuerzas de flaqueza para escribir esta nota breve para el amigo a quien me unió toda una vida un vínculo afectivo tan entrañable. Fue un venezolano de los que no hay muchos, que amó a Venezuela con tal intensidad y pasión que no hizo sino estudiarla y escribir sobre ella, dejando un inmenso legado bibliográfico cuyo tema casi único fue nuestra historia. Penetró en esta no sólo para contarla sino para descubrirnos, con espléndida prosa, el sentido y la significación de los hechos que nos hicieron los venezolanos que somos. Pero fue mucho más que un historiador de gabinete. Fue uno de los protagonistas políticos de por lo menos el último medio siglo de esa historia. Militante de partido durante muchos años, periodista toda la vida, ácido articulista que hacía obligatoria su lectura cada domingo, no sólo escribió sobre la historia del pasado venezolano sino que contribuyó, con singular coraje, a hacer la del presente.
TEODORO PETKOFF
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