Henry Ramos Allup, carta blanca

Tal Cual
07-05-2016
FAITHA NAHMENS

Sobrevivió al aceite para freír cabezas que prometió Hugo Chávez y le puso a AD las alas de un Ave Fénix en tiempo de millenials

Que si deshoja la margarita del cambio pensando en beneficiosos efectos colaterales, que si negocia él, a espaldas de la MUD, con el poder decadente y enquistado, que si, ay, no se puede confiar en ningún político. A los 72 años de su prolongada juventud, vital y lúcido, lo cierto es que en tiempos de escasez Henry Ramos Allup disfruta las mieses de un cuarto de hora estelar sorprendente; quién sabe si con viento a favor podría recalar en Miraflores; no se descarta nada.

Toda hipótesis en el entramado laberíntico de la escena actual es riesgosa; toda proyección ha de considerar no solo la circunstancia tan depauperada como volátil que modela la crisis, el gran disparador de supuestos. Pero Henry Lisandro Ramos Allup se coló por los palos de los presidenciables, puja de preferencias que se disputaban solos, hasta hace poco, Leopoldo López y Henrique Capriles.

Imprevista voltereta del destino, el parlamentario del verbo bien dicho y el adjetivo sarcástico, el militante corrido en siete plazas que en los tiempos de mayor apogeo de la antipolítica -durante el ayuno forzoso que encalló en el chavismo avasallante y sectario-, se echó encima con abnegación y tozudez la causa adeca "Nosotros no dejamos que AD se nos muriera a pesar de que ellos la dejaron boqueando"-, diríase que desde el 5 de enero a esta parte ­parecen años y no- se ha alzado como tendencia señera en las redes sociales. Los videos, imágenes, mensajes que lo aluden son los más visitados, con especial devoción entre los imberbes, confirman las encuestas.

Todo ha pasado muy rápido en tiempos en que parece que no pasara nada.

Pero ocurren en el país circunstancias de toda índole, saqueos, apagones, conciertos sublimes, cine francés, secuestros, lecturas de poesía, bautizos de libros de factura impecable, colapso de los servicios públicos, inflación, escasez, cadenas humillantes, colas, penurias y también maravillas. Es tanto que recordar ahora el dilema que tuvo la MUD, sobre si proponer a Julio Borges o a Ramos Allup como candidato a presidir la Asamblea Nacional parece asunto remotísimo, del siglo pasado.

Ya se pasó la página, asimismo, del controvertido y rotundo gesto semántico de descolgar las fotos de Chávez de la Asamblea Nacional con que inauguró su gestión.

Y quedó atrás, como odiosa boutade, la amenaza del fallecido teniente coronel de freírle las cabezas a los adecos. Con su cabeza fresca casi podría decirse que el furor mediático que Henry Ramos Allup ha vivido cual rock star ­todos los micrófonos directo a su boca-, se mantiene pese a tanto jaleo, desesperación, críticas.

Con las letras AD como estigma, como pecado original, desde la trasquilada tolda blanca, figura como carta bajo la manga. Pero ¿él lo querría? ¿Estaría interesado en liderar el épico trance de la reconstrucción? ¿Llegaría a un acuerdo en la hora decisiva? La persistencia lo aproxima al suculento mingo del poder cimero.

Falta. No sería a la brevedad. Pero su nombre suena como propuesta para la transición. Sería el hombre bisagra. Con un currículo limpio -no ha sido señalado por hechos de corrupción, y no debería rozarle el que su cuñado haya sido indiciado como uno de los bolichicos que contrató irregularmente las plantas de generación eléctrica-, está en la foto.

El abogado y político que no las tuvo todas consigo en los inicios de su militancia blanca nada bien le fue con los Celis, "los dueños de Acción Democrática en Carabobo, que lo sacaron de allí, en forma no muy pacifica", comenta un compañerito-, obligado a buscar otros derroteros, se vino a Caracas y arrancó su carrera indetenible. Comenzaría en el Congreso como diputado, luego senador, hasta dirigir la fracción parlamentaria.

Sí, parece que siempre ha tenido una vida sin apremios, y en su defensa aparece Carlos Canache Mata, que da fe de su trayectoria empeñosa y pulcra. Que al parecer su holgura se debe a que heredó de su padre, comerciante, una fortuna que aparentemente le permitió moverse sin mayores apremios.

Cuidadoso de las apariencias, mientras construía su casa en Los Guayabitos, no dejaría de comentar los pasos administrativos que daba a sus colegas diputados y "amén de que solía entregar entonces todas las facturas a la Contraloría General de la Republica con puntualidad", acota otro adeco. Eso sí, tiene fama de tacaño, la que, en broma, se le atribuye a su ascendencia árabe. "Es por esa razón que siempre ha hecho el mercado de su casa".

Autor del libro Reflexiones sobre el liberalismo y devoto del Nazareno de San Pablo quien ha sido representante por Acción Democrática en al congreso de la Internacional Socialista y es diputado al Parlamento Latinoamericano, dos años menor que AD -que arribó a sus 74-, le lleva sin embargo una morena.

Nadie sabe cómo lo hizo pero aunque no es monedita de oro, quien ahora escribe un libro sobre el populismo, está libre de polvo y paja.

Algunas frases para él: "Henry tiene la culpa de que se haya dividido el partido: Un Nuevo Tiempo y Alianza Bravo Pueblo eran parte de Acción Democrática", dice un adeco sentido. "Pero tuvo la grandeza de reconocer que se equivocó con lo de abstenernos a votar en 2005. Él y Ledezma declararon públicamente que se habían equivocado. Fueron los únicos".

Y una suya: "Pero a mí eso ni me angustia, ni me desespera, ni me perturba. Yo tengo carrera política desde que tenía 14 años", dice sobre su posible candidatura. "No vamos a poner las glándulas por encima de la inteligencia, ni las arrogancias, ni los inmediatismos. Tenemos que garantizar la estabilidad y la eficiencia del próximo gobierno. Y eso no lo vamos a lograr colgando a los chavistas en los postes de las avenidas. Sentido práctico de las cosas, para sacar a Venezuela a flote".