La actuación política de la sociedad civil organizada, es decir, aquella no inscrita en partidos u organizaciones electorales, debería está fundamentalmente centrada en la tarea de facilitar la discusión pública de aspectos relevantes para sus correspondientes comunidades, con la intención de construir posiciones y articular acciones que tiendan al logro de una vida mejor para todos.
En condiciones de ambientes políticos no electorales, mantener este planteamiento no tiene mayores problemas de aceptación e inclusive, es saludada por los dirigentes de los diferentes partidos políticos.
Las dificultades comienzan cuando lo que se plantea es seleccionar candidatos para puestos de elección popular. En ese momento se cierran los espacios de participación y comienza el ejercicio tradicional, y no por eso descalificable, en el cual los consensos entre partidos y grupos electorales se imponen sobre la consulta ciudadana.
Esto es absolutamente normal en sistemas políticos donde imperan valores democráticos y en los cuales, las afinidades ideológicas justifican alianzas electorales, para ganar o preservar espacios para la actuación, frente a grupos que opinan diferente, pero que aceptan y respetan las reglas que impone la convivencia ciudadana.
En condiciones como las vive Venezuela, progresivamente e intencionadamente negadoras del juego democrático, adelantar políticas electorales contra un adversario que utiliza sin escrúpulos todas las ventajas que le da el poder, demanda, como condición indispensable la Unidad de todos los demócratas.
Esa Unidad no puede ser meramente electoral, pues aunque las elecciones son el instrumento para acceder a la toma de decisiones, si el propósito se reduce a reemplazar un régimen por otro, sin que en el cambio este implícito el compromiso de reinstitucionalizar la vida pública nacional, en el mejor de los casos, lograremos un paréntesis antes de volver a ver el poder en manos de salvadores providenciales de la patria, de vieja o nueva horma.
Establecer claramente lo que queremos y ofrecemos a la gente, después de haberla oído, es requisito indispensable para la aceptación política que esperamos nos haga una verdadera alternativa.
Santiago Clavijo A.
Aragua sin Miedo
marzo 2015
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