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sábado, 14 de febrero de 2015

"El modelo hace aguas"

Tal Cual

Para el rector de UCAB José Virtuoso el gobierno no debería perder el tiempo en inventar causas ajenas a los problemas del país y tratar de buscar consenso, respetando al que disienta. Considera que la única salida para la crisis que viven los venezolanos es seguir luchando por los derechos consagrados en la Constitución

ELIZABETH ARAUJO

Para José Virtuoso el gobierno no debería perder el tiempo en inventar causas ajenas a los problemas del país y tratar de buscar consenso, respetando al que disienta.

El sacerdote jesuita y rector de la UCAB considera que la única salida para la crisis que viven los venezolanos es seguir luchando por los derechos consagrados en la Constitución. “Probablemente, en este momento priva el deseo de que la Iglesia se inmiscuya, quizás más, pero la Iglesia ha hecho lo que tiene que hacer y ha expresado sus posiciones con firmeza y respeto”

–Usted ha dicho que el gobierno debe hacerse una profunda autocrítica para enderezar el rumbo de su gestión; pero después de oír los discursos incendiarios del Presidente ¿no sería mejor rezar y pedirle a Dios un milagro?
–Hay que hacer las dos cosas. En este momento de crisis, agudización y polarización en donde casi hay una cerrazón total a abrirse a otros argumentos, el gobierno muestra una política de confrontación dura y sin dar oportunidad al diálogo, evidentemente que requerimos de la ayuda de Dios y de nuestras fuerzas espirituales para poder afrontar esta situación. Pero, por otra parte, creo que como ciudadanía nos corresponde exigir, hablar, tratando que efectivamente que el gobierno rectifique, entienda, se haga una autocrítica profunda. Este gobierno no puede seguir echándole la culpa a otros de todo lo que sucede. Todos debemos preguntarnos por qué hemos llegado a esta situación por la cual estamos pasando.

–¿Y cómo describiría esta situación?
–Estamos en un momento en que se demuestra el fracaso de un modelo de control y ningún país se sostiene solamente de la renta petrolera sin otra alternativa. Por eso este gobierno está haciendo aguas. Se empeña en mantener un modelo cuyos resultados indican que no funciona. Se habla mucho del modelo rentista pero buscan sustituirlo por un modelo productivo generador. Pero, además, a ese modelo rentista se le agrega la centralización, controlando todo: desde las divisas, los precios y hasta de producción, lo cual ahoga más las posibilidades de progresar.

–¿Qué debe hacer el presidente Maduro para salir de este laberinto?
–El gobierno tendrá que integrar otras fuerzas dentro de sus filas. No digo que vaya a nombrar a Capriles como ministro de no sé qué, sino que debe integrar a otros sectores de la sociedad más independientes en el ámbito de los trabajadores y los empresarios, de la sociedad civil en general. El gobierno debe abrirse a otros sectores de la población y que logre una mayor incorporación de venezolanos. Insisto en que debe prevalecer el diálogo con la empresa privada, con los sindicatos, con las universidades y la cultura. Esa sería una buena señal de concertación. Una dirección del Estado mucho más amplia de la que tenemos en este momento.

–¿Cómo confiar en un gobierno y exigirle cordura, diálogo, cuando vemos lo sucedido a Farmatodo, y que ponen presos a sus directivos?
–Yo no me lo plantearía cómo confiar en el gobierno, porque creo que el gobierno está desarrollando su línea política, que consiste en convencer a la población de que todos los problemas son producto de una guerra económica, a través de eso que llaman la oligarquía capitalista o el imperialismo. Contra esa guerra económica hay una contraofensiva que ellos llaman revolucionaria y no hay que confundir las consecuencias con las causas. La pregunta que hay que hacerse es por qué existe en Venezuela tanta corrupción, bachaqueo, contrabando. La respuesta es sencilla: hay todo un sistema económico e institucional que favorece ese tipo de práctica y que convierte muy lucrativa esa práctica. ¿Qué hay que hacer? Atacar las las causas.

–Otro tema caliente es la educación. ¿Qué opina de la embestida desarrollada por la revolución bolivariana contra de la educación privada?
–Aquí yo veo una relación extraña dentro del gobierno, porque a través del ministro Héctor Rodríguez, las conversaciones y los planteamientos han sido plurales y abiertos. El Ministerio llamó a una consulta nacional y me consta que se escucharon distintas voces. Creó un espacio para recoger opiniones y lanzó propuestas consensuadas por la situación del país a nivel educativa. Otro asunto es si quedó claro cómo hacer para que los niños no queden fuera del contexto educacional; cómo fortalecemos el bachillerato; cómo respondemos a los jóvenes que terminan bachillerato y no consiguen trabajo; cómo mejoramos los sistemas y los métodos; cómo mejoramos los sueldos de los maestros, las infraestructuras educativas. Todos esos y otros temas aparecieron en la consulta que convocó el ministro, pero hasta ahora no hemos vistos los resultados.

–Pero hay una arremetida contra la educación privada…
–Puede ser, pero dentro del Consejo de Universidades y el propio ministro Rodríguez han convocado a diversas reuniones y hemos conversado y nosotros hemos dicho los que pensamos. Hemos tenido espacio para libre expresión de esos distintos problemas. Ahora vemos ciertos empeños en el Ministerio de Educación Universitaria que dentro de las universidades venimos sosteniendo y que no lo toman en cuenta, como el presupuesto, las matrículas, la calidad de la enseñanza. La calidad de la educación es costosa y el Estado debe poner de su parte. Además está en la constitución. ¿Como vamos a lograr que todo ciudadano tenga la posibilidad de acceder a la educación de calidad?. Sólo dándole mejor y calidad. Porque es un problema de Estado que exista la educación de calidad y hasta ahora no hemos visto resultados. En la UCAB hacemos nuestro trabajo. Somos consideradas una de las mejores universidades del país y del ranking mundial. Los aportes son indudables en cuanto a la calidad. El aporte al país es significativo. Tenemos egresados de grandes niveles educativos

–Otra inquietud es la oposición. Hay quienes critican su poca efectividad; pero hay también quienes elogian su actuación, tomando en cuenta que prácticamente está proscrita de los medios de comunicación. ¿Está contento con esta oposición?
–Esta oposición para nada es fuerte. Hay unos partidos políticos que son débiles, con incapacidad para ponerse de acuerdo, como bien lo señaló la Conferencia Episcopal en su último comunicado. Las encuestas lo revelan: hay un tercio de la población que sigue siendo chavista. Otro tercio que es de oposición y otro que no cree en ninguno. No se siente motivado ni atraído por las dos opciones. ¿Que quiere decir eso? Que estamos en momento de una gran necesidad de un liderazgo que marque el rumbo, porque la sociedad se siente fraccionada y no encuentra esos canales, capaces de expresar sus expectativas ciudadana y, por lo tanto, se fracciona en un universo de posiciones muy movedizo.

–Se observa cómo en América Latina, en procesos políticos como el que atraviesa Venezuela, la Iglesia juega un rol más activo. Aquí la Iglesia no pasa de los comunicados.
–La iglesia en Venezuela sí es representativa. Este es un país profundamente católico, y la institución eclesiástica goza de prestigio y además tiene una actuación preponderante. Yo creo que desde el principio de este proceso la Iglesia ha tenido una actuación crítica y la sigue manteniendo. Está a las claras en el último comunicado de la Conferencia Episcopal. Acuérdese hay que enfrentar el ataque desmedido de algunos sectores del Gobierno. Probablemente, en este momento priva el deseo de que la Iglesia se inmiscuya, quizás más, pero la Iglesia ha hecho lo que tiene que hacer y ha expresado sus posiciones con firmeza y respeto.

–¿En cuál de las salidas se anota usted?
–En la única salida: seguir luchando por los derechos consagrados en la Constitución. Considero que hay que rescatar los valores de nuestra Constitución. Tratar de encontrar mecanismos que en medio de esta gran confrontación permita que una gran dirección o gobierno y una buena administración del Estado sea más consensuada. Y eso supone exigencia y más exigencia, aprovechando los mecanismos que están en la Constitución y basado en el respeto al otro que no comparte tus ideas. Creo en la política. Esa es la palabra. La capacidad de entenderse. El arte de encontrarse, de resolver los conflictos, respetar al que disiente y hallar el mejor camino para una Venezuela próspera, que avance. Eso hay que construirlo. El camino es evitar la violencia a todo trance.

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