Debido a su incapacidad para gerenciarla, el gobierno piensa entregar esta mina –que le pertenece a los venezolanos– a una compañía china. No sería extraño, porque de alguna manera tienen que pagar los créditos que el gobierno de Maduro recibe de ese imperio económico
SEBASTIÁN BOCCANEGRA
Esta explotación fue otorgada durante el segundo gobierno de Rafael Caldera a una empresa canadiense, la cual hizo uso de esa concesión, realizando las inversiones necesarias para extraer el mineral y exportarlo.
Al mismo tiempo generó una buena cantidad de empleos, con salarios muy competitivos que permitieron que un grupo de venezolanos mejorara su condición económica. Al gobierno de Hugo Chávez no le gustaba mucho esa concesión, pero la respetó.
Cuando la misma finalizó procedió a tomar en sus manos la mina. Como con casi todo lo que tocan la productividad y rentabilidad de la empresa cayó en picada. En la actualidad la compañía está adscrita a Pdvsa.
De los dos hornos con los que cuenta solo funciona uno y eso de casualidad. Produce la mitad de lo que debería. Nos dicen los trabajadores que han venido perdiendo una serie de beneficios que recibían y que incluso su salario está dejando de ser competitivo. Las inversiones que se requerían para que la empresa siguiera siendo competitiva no se han hecho.
Ahora el cuento es que la mina será entregada a una compañía china. No sería de extrañar, porque de alguna manera hay que pagar los créditos que el gobierno de Maduro recibe desde ese país.
Lo cierto es que a ese clavo se están agarrando los trabajadores maduro-cabellistas que allí hay, que cada día que pasan son menos, pero que siguen manteniendo la esperanza en que desde el sector gubernamental se tomarán medidas para que la explotación vuelva al nivel que tenía cuando los canadienses dirigían la mina. En todo caso, se han perdido dos años. Loma de Níquel es otra muestra de la incapacidad roja rojita.
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