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domingo, 13 de abril de 2014

Carvajal: "La violencia los activa"

Tal Cual

Para el profesor e investigador en el área educativa, y autor de ¿Guerra civil en Venezuela?, el chavismo se asienta sobre un modelo fascista, que utiliza a bandas armadas para agredir y hasta eliminar “al enemigo”, tal y como en Italia lo hacían las “camisas negras” de Musolini

ELIZABETH ARAUJO /FOTO SAÚL UZCÁTEGUI

Para Leonardo Carvajal, los colectivos actúan movidos por la ideología de la violencia a fin de sembrar el terror. El profesor e investigador en el área educativa, y autor de obras referidas a la educación, sostiene en ¿Guerra civil en Venezuela?, que el chavismo se asienta sobre un modelo fascista, que utiliza a bandas armadas para agredir y hasta eliminar “al enemigo”, tal y como en Italia lo hacían las “camisas negras” de Musolini

–Aunque lo publicó en 2012, su libro ¿Guerra Civil en Venezuela? cobra vigencia al adentrarse en el mundo de los grupos armados al servicio del gobierno ¿Ha cambiado eso que usted definió como letanía de la violencia discursiva?
–En lo absoluto. Más bien ha recrudecido. Primero fueron grupos armados que inclusive venían antes del chavismo, como La Piedrita. Los colectivos resurgen con Lina Ron, pero en los primeros años tienen un radio de acción en el oeste de Caracas. Luego se expandieron a Lídice, San Martín, Catia y en algunas ciudades, como Mérida. En el libro describo actos de vandalismo feroces en años previos. Hoy en día están envalentonados y se comportan como grupos paramilitares porque tienen armas, que son consustanciales al modelo chavista, en la medida en que se trata de un modelo fascista. De modo que lo que está pasando hoy no es casual.

–La palabra fascista está como devaluada, y es utilizada tanto por el gobierno como la oposición ¿Se debe hablar de fascismo?
–Una particularidad del uso cínico de una palabra es endosársela al otro. Eso es lo que hace el Gobierno. Cuando le dicen fascista a la oposición, es porque ellos los son. Esa es una palabra que los retrata. Como se dice en psicología, una proyección. En este caso, una proyección política. El punto no es quien lo diga, sino que existe una tipología de lo que es fascismo, históricamente hablando. El fascismo es una realidad política que tiene 7 u 8 elementos entrelazados. Fascismo es un movimiento político que arranca con un caudillo fuerte y carismático: Mussolini en Italia; y aquí en Venezuela fue evidente. Chávez logró todos los poderes del Estado. Un caudillo necesita masas y eso en el fascismo está claro. Las masas son movidas, nunca están quietas. Se conciben como las olas de un mar en pleno movimiento. En eso el fascismo y el nazismo se unen: las masas se unen en función de emociones. Lamentablemente el fascismo plantea que las emociones que más se mueven son las negativas: el resentimiento, el odio, se inventa el enemigo interno o externo. Y esa acción es como una escenografía, un gran espectáculo, una gran gigantografía. Además, el fascismo chavista es fuertemente militarista, no solo porque uniforma. En Italia eran las camisas negras; aquí, las camisas rojas. Y uniforman también el pensamiento, la conducta, las ideas.

–¿Cuál es actual situación de esos grupos, dado que desaparecido Chávez, muchos de ellos pierden su líder inspirador?
–Valentin Santana, dirigente de La Piedrita, planteó en 2009 que su único líder era Chávez, y que mantenían fuertes reservas contra los ministros, porque eran corruptos, incapaces y aprovechadores. Cuando murió Chávez, algo se debe haber resquebrajado, algo peligroso porque esos grupos se mueven bajo la ideología de la violencia. Hay una evidente combinación simbiótica entre la Guardia Nacional y muchos de esos colectivos en la represión brutal contra las protestas, sean pacífica o violentas. Esos grupos han actuado con la GN y me parece que es como un experimento. Son grupos con falta de escrúpulos a la hora de respetar vidas y de irrespetar los derechos humanos.

–¿Y por qué entonces han crecido a pesar de la muerte de su líder?
–El chavismo sigue en el poder. Maduro se enfrenta hoy a una de las coyunturas más fuertes porque le está estallando la realidad en las manos. Los desastres de su modelo económico, su empeño en no reconocer que existe la oposición. Entonces, la opción más cercana es la represión. No tienen capacidad para persuadir. Por eso el accionar de estos grupos es más visible. No estoy seguro si se han incrementado cuantitativamente, lo que si sé es que los ya conocidos han actuado violentamente. Han hecho un ensayo de reprimir y les ha tocado la guerra sucia, junto con la Guardia Nacional, cuerpo que, a mi juicio, debería ser sustituida por una guardia fronteriza. Han cometido muchos delitos.

–En su libro alude al gobierno dirigido por mentes que describe como “patológicamente totalitarias”, que usan la dialéctica “amigo-enemigo” para mandar. ¿No se supone que ahora que Maduro, un civil, es el presidente, esos rasgos no están presentes?
–Para nada. Él mismo se hace llamar “hijo de Chávez”. Existió la expectativa de que iba a ver matices para bien, dado el pasado estudiantil y sindical de Maduro. Lo que ocurre que hay civiles militaristas y Maduro es uno de ellos. Cuando fue nombrado presidente de la Asamblea Nacional lanzó esta barrabasada: “Antes que la Patria, existió el Ejército”, afirmando que la patria venezolana le debe su existencia al ejército, lo cual es una locura histórica, porque ni Bolívar ni José Félix Ribas ni los Bermúdez pertenecían a ejército alguno antes de insubordinarse a España. Eran civiles.

–¿Poseen los colectivos una doctrina?
–Los grupos armados el brazo necesario de toda revolución. Esos grupos que amedrentan, actúan como vanguardia que en el caso del fascismo quiere poner en una onda de violencia, que es lo que estamos viviendo. La cúpula chavista ha sido el epicentro del odio violento y discursivo, y eso se expande y tonifica a esos grupos. Desde el comienzo de su gestión, Chávez encajonó a Venezuela hacia conflictos internos interminables y asustaba con una eventual guerra civil. De hecho en 1992, tras el golpe frustrado del 4F y conversando con el general Ochoa Antich, entonces ministro de Defensa, le confesó, cuando este le reclamaba que ese intento había generado un derramamiento de sangre, Chávez le dijo: “general, es que los cambios importantes en la historia no se pueden producir sin violencia”. Chávez tuvo como teoría la violencia como partero de la historia. Esa es la enseñanza del caudillo, y es por eso que los que hoy gobiernan poseen una mezcolanza de diversas ideas: fascismo, nazismo, maoísmo. Puede ser que haya algún elemento comunista, pero el comunismo es más claro en sus ideales; estos, no.

–¿Se les pueden llamar grupos parapoliciales o paramilitares? ¿Nacen de forma voluntaria, como franquicia que no dependen de una dirección central?
–Estos grupos nacen por su propia acción, pero el talante militarista y belicista del régimen crea un caldo de cultivo, donde nuevos colectivos pueden surgir. ¿Quién inventó los círculos bolivarianos? Chávez. Y Diosdado los dirigía. Y los creó para defender la revolución. En aquel entonces, Chávez mandó a que se pusieran a las órdenes de Disodado. A Lisandro, alias “Mao”, quien pertenecía a un colectivo del 23 de Enero el alcalde Juan Barreto lo nombró jefe civil; como designó jefe de la Policía Metropolitana al Chino Carías, líder de Tupamaro. Cuando uno ve que eso ocurre con cualquier grupúsculo que logra armarse y gozar de impunidad, es lógico que se sientan con la puerta franca para actuar. Sin ir muy lejos, Kevin Ávila tenía registradas múltiples agresiones contra la UCV, y Chávez le alzó la mano como candidato a la FCU, elogiándolo y ahora lo ves en los actos vandálicos en la UCV. Estos personajes se sienten guapos y apoyados, y por tanto no tienen razones para no seguir con sus actos violentos.

–Otro aspecto que preocupa guarda relación con la ideologización del aula de clase a través de pequeñas acciones, como mandar como tarea a niños de primer grado dibujar a Chávez, con motivo del aniversario de su muerte
–Eso no es más que un intento de convertir el chavismo en una suerte de religión política. Pero se trata de un intento cínico, en la medida que la gente deifique a un líder. En una sociedad como la nuestra hay para todo. Hay sociedades que están ganadas para rendir cultos a personajes y de todo tipo: político, artístico. Lo que uno debe tener pendiente como educador, como familia, docente y como ciudadano democrático, es que no se abuse de la inocencia infantil y juvenil. Es por eso que en los textos educativos está prohibido el proselitismo político. La Ley de Educación que aprobó el chavismo de forma antidemocrática, dice en uno de sus artículos de manera explícita que está prohibido el proselitismo político. De modo que cuando hacen ese tipo de actos se están contradiciendo y violan los mismos derechos que ellos impusieron.

–En algunos colegios de Guárico, Barinas y Trujillo los maestros han denunciado que el himno nacional que se escucha antes de entrar al salón es la versión cantada por Chávez ¿No resulta peligrosa esta banalización del chavismo en el aula escolar?
–Es otro detalle perverso y aberrante del culto a la personalidad. Ese tipo de mistificación no creo que pueda funcionarles, porque es endeble y contraproducente con el pueblo venezolano. El chavismo es anacrónico, y los venezolanos no estamos cogidos a lazo.

–Hay quienes rechazan el diálogo invocando que con ello se lanza el salvavidas a un gobierno fracturado. Otros van más lejos: llaman traidor a Ramón Guillermo Aveledo ¿Cuál es su opinión al respecto?
–En total desacuerdo con los “críticos baratos” al diálogo. Ahora es cundo se necesita un diálogo. Quienes se oponen a esta manera de hacer política no están evaluando el momento histórico. Tienen una lectura equivocada de la realidad política. El que no aprende a dosificar sus esfuerzos, pierde la oportunidad de convencer al otro.

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