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1. Tenemos que rescatar la importancia de los Municipios para la vida diaria de los ciudadanos ante la intención claramente centralizadora del mal llamado Poder Comunal. Esta importancia tiene rango constitucional y como otros muchos aspectos, ha venido siendo vulnerado por el régimen, en procura del control ciudadano a través de una selectiva asignación de recursos para la solución de problemas comunitarios, totalmente condicionada a la subordinación política.
La municipalización de la política, en lo que a la gestión de las demandas y contribuciones de los ciudadanos se refiere, es un objetivo a resaltar en la propuesta democrática, la cual, respaldada con una contundente votación, demostraría la fuerza y aceptación del concepto constitucional de acercar el gobierno a la gente sin condicionamientos subalternos.
2. El momento político nacional, cargado de arbitrariedades gubernamentales que demuestran claramente su carácter autoritario y desconocedor del estado de derecho en el que hemos decidido vivir los venezolanos, demanda una respuesta contundente de parte de los ciudadanos, que más allá de la división por etiquetas sin ideas que nos han venido imponiendo, tenemos la obligación de ratificar nuestro deseo de vivir en paz, con libertad, justicia y sobre todo, respeto para las posiciones de todos, sin importar la índole de las mismas.
3. Respetar las decisiones en las que fuimos consultados y apoyar aquellas en las que privaron criterios que no fueron validados con la gente, representa una prueba más, si es que hubiera necesidad de ella, que más allá de quienes son los candidatos de la Alternativa Democrática, los venezolanos estamos demandando desde hace mucho tiempo un cambio en la forma como se deciden los destinos de la Nación.
Votar por los candidatos unitarios, aunque en algunos casos no estemos de acuerdo con el calificativo, no es señal de obediencia ciega al liderazgo actual, sino ratificación de que seguimos en la búsqueda de la salida democrática a la crisis política que nos aqueja desde hace muchos años, por lo pronto, más de los quince últimos, y que esa búsqueda no excluye a futuro, revisar las que han sido nuestras posiciones electorales en la lucha contra el régimen, siempre en la senda democrática que por convicción y posibilidades, es la única que tenemos los ciudadanos.
Cualquiera de los argumentos, todos ellos y los que de seguro cada demócrata venezolano puede agregar, conducen a votar el 8 de diciembre próximo como parte de una estrategia que no termina ese día, sino que por el contrario aclara el camino a seguir en la lucha para lograr esa Venezuela que soñamos y que de seguro podemos alcanzar a través de una unidad política que reconozca y respete la diversidad.
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