Decaer en el empeño y abandonar la lucha, porque estamos
en desventaja, es rendirse antes de haber iniciado la batalla.
En algunos sectores minoritarios de la oposición democrática del país, se está proponiendo de nuevo la tesis de la abstención como estrategia política. Es decir, no acudir a votar, para no legitimar a quienes detenta el gobierno. En este caso específico, con referencia a las próximas elecciones municipales del 8 de diciembre de 2013. Ello, habida cuenta del manifiesto ventajismo electoral por parte del gobierno, que incluye la amenaza y la coacción, y el uso de dineros y bienes del Estado venezolano. Además de indicios de manipulaciones indebidas en los procesos eleccionarios y de las fuertes dudas sobre la imparcialidad del árbitro, el Consejo Nacional Electoral, y en particular de su Presidenta, la Lic. Tibisay Lucena.
Este tipo de comportamiento electoral pudiera tener alguna posibilidad de éxito en otro país con una mejor experiencia democrática y mayor cultura política, con mayor respeto por las instituciones y las leyes, en el que los dirigentes gubernamentales tuviesen una conducta ética aceptable, sentido de vergüenza pública, de responsabilidad política para con los ciudadanos y un compromiso real con el sistema democrático. Pero ese no es nuestro caso, desgraciadamente.
Es necesario dejar claro que aflojar el ánimo, decaer en el empeño y abandonar la lucha, porque estamos en desventaja, es rendirse antes de haber iniciado la batalla. Entre dos males se debe escoger el menor o aquel en el que tengamos más posibilidades de obtener el mejor resultado posible. Abandonar espacios en la presente lucha política es un error, pues éstos serán ocupados por los partidos y candidatos del gobierno.
Tenemos presente la experiencia de las elecciones de diputados a la Asamblea Nacional del 2005, en las que la oposición abandonó el espacio político al retirarse de la contienda. Los resultados no pudieron ser más catastróficos; repetir esta táctica sería un desacierto político, por no haber aprendido de los errores cometidos. Como resultado de esas elecciones, con la participación de solo la cuarta parte del electorado, el gobierno obtuvo el dominio absoluto de la Asamblea Nacional. Chávez pudo, entre otras cosas, gobernar como le vino en gana, la mayor parte del tiempo por vía de Ley Habilitante, e imponer los planteamientos de la reforma a la Constitución que le fue negada en un referéndum nacional; todo ello con carácter de legalidad.
En las pasadas elecciones presidenciales Henrique Capriles y su equipo de campaña, con el apoyo mayoritario de los sectores de la oposición democrática, demostraron que si se pueden obtener avances importantes, a pesar de tener condiciones electorales adversas.
Quejarnos del ventajismo y las artimañas electorales del gobierno, de la complicidad de empleados públicos y de instituciones que actúan con un marcado sesgo político y no proceden con imparcialidad, no es suficiente. En ese campo minado por las irregularidades y la corrupción tenemos que movernos, y debemos hacerlo con inteligencia, para concretar acciones apropiadas y efectivas, que nos hagan avanzar hacia el gran objetivo de lograr una Venezuela mejor, con justicia social, prosperidad económica y una mejor calidad de vida como norte.
Edmundo F. Felipe
Aragua sin Miedo
24-06-13
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