El Presidente mintió para lograr su reelección. No dijo la verdad, e incluso puso la campaña electoral por encima de los cuidados médicos que debía tener. Difícil creer que hoy se nos diga la verdad. La opacidad informativa tal vez sea, entonces, una forma de mentir
ANDRÉS CAÑIZÁLEZ
Hablamos del tratamiento informativo que ha dado el gobierno venezolano a un problema de Estado, y hay que decirlo así, como ha sido la enfermedad del presidente Hugo Chávez, con el siguiente correlato: la singular desaparición de la escena pública del mandatario.
Algo digno de esa campaña que circula por Internet, que muestra parodias de la vida nacional, bajo el título "Sólo en Venezuela".
Lamentablemente para la vida institucional de la república estamos atravesando una coyuntura que, debe decirse, sólo ocurre en Venezuela, puesto que ni siquiera en Cuba espejo en el cual se mira el régimen- tuvo lugar una prolongada incertidumbre y manejo comunicacional, como el que ha tenido Venezuela, cuando ocurrió la también inesperada afección de salud de Fidel Castro, que le impidió seguir en el poder.
En pocos días se cumplirán tres meses de lo que ha sido el último mensaje emitido a viva voz por el presidente Chávez. Esto tuvo lugar el 8 de diciembre, antes de regresar a Cuba e internarse en el más prolongado silencio que se conozca en la historia contemporánea de América Latina.
Se trata del primer caso de un presidente que estando ausente lo cual es público y notorio- se le reconoce como mandatario en ejercicio y cuyo sequito insiste en colocarle en plenas facultades. Sólo en Venezuela.
El país está en manos de instituciones manejadas con intereses particulares. Esto es lo único que pueda explicar que los dos poderes que tenían un rol clave ante la ausencia presidencial por razones de salud, como son –según la Constitución– tanto la Asamblea Nacional como el Tribunal Supremo de Justicia, mantengan la política de que el presidente será juramentado cuando él pueda, o peor aún, que sería el propio Chávez el que debe decidir si está facultado o no para asumir el poder. Sólo en Venezuela.
La estrategia político-institucional de los últimos meses, como ha sido costumbre dentro de las líneas de acción de la "Revolución Bolivariana", ha estado acompañada de una sistemática campaña propagandística, alguna de la cual se nos quiere presentar a los venezolanos bajo el empaque de información.
Los partes oficiales, repetidos una y otra vez, sin que en verdad arrojaran luces sobre las reales condiciones de salud de Chávez, junto a consignas revolucionarias al final de cada informe televisado, que al tener como vocero a un ministro (Ernesto Villegas) deberían estar revestidos del tono de un mensaje de Estado. No ha sido información, entonces, sino propaganda.
Bajo criterios estrictamente propagandísticos se han introducido elementos en la agenda pública. Por un lado, la enfermedad del presidente se ha usado de forma recurrente en los últimos meses para "tapar crisis comunicacionales".
Es decir, la difusión de elementos relacionados con la salud de Chávez no han obedecido necesariamente al momento que atraviesa el enfermo, sino a la oportunidad política, especialmente para desplazar el foco de la atención sobre problemas serios y que afectan la vida de la gente en nuestro país (devaluación, desabastecimiento, crisis eléctrica).
En el fondo, y hay que decirlo, sabemos prácticamente nada de cómo está realmente Chávez, de cómo está su organismo. Nada sabemos sobre sus condiciones físicas y mentales para volver al poder, y menos aún si estará en condiciones para tomar la decisión de separarse voluntariamente del poder.
Nada sabemos de quien se dice nos gobierna, pero aún así detenta el poder, y se nos dice que ello es gracias al voto popular.
Llegamos así al meollo del asunto. El presidente Chávez, en una de sus contadas apariciones públicas después de obtener el voto mayoritario de la gente el 7 de octubre de 2012, reconoció que había ido a la campaña en contra de las órdenes de sus médicos.
Que hizo una campaña a media máquina porque no estaba curado del todo. Todo ello, obviamente, echó por tierra sus anuncios electorales: estoy curado del todo, decía mientras pegaba saltos con los músicos pagados por el régimen en aquellos actos en los que intentaba emular el vigor de Henrique Capriles Radonski.
Tomando solamente lo dicho por Chávez en uno y otro momento no hay otra conclusión. El presidente mintió para lograr su reelección. No dijo la verdad, e incluso colocó la campaña electoral por encima de los cuidados médicos que debía tener. Difícil creer que hoy se nos diga la verdad. La opacidad informativa tal vez sea, entonces, una forma de mentir.


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