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viernes, 8 de marzo de 2013

Horas de cola

Tal Cual

Hubo golpes, desmayos, reclamos y despelote por la cantidad de gente y fallas de organización. Fuerte Tiuna se desbordó y muchos salieron frustrados mientras otros llamaban a votar por Nicolás Maduro

DAYIMAR AYALA ALTUVE / VÍCTOR AMAYA

14 horas de camino desde San Cristóbal pasó Carlos Colina junto a un grupo para llegar a Caracas a ver por última vez el cuerpo de Hugo Chávez. Llegaron de madrugada y se instalaron en una cola en Los Próceres que daba varias vueltas. A las 11 de la mañana aún no habían llegado a la Academia Militar.

Quienes corrieron con la suerte de ver el féretro ayer, pese a la advertencia de que no lo verían por la cantidad de personas hecha por el ministro Ernesto Villegas, podían mantenerse no más de cuatro segundos frente al cuerpo de Hugo Chávez. Quienes llevaron flores las debían dejar en un lado del Hall de la Academia Militar. Tampoco se permitieron fotografías.

El día amaneció crispado. Quienes aguantaron la madrugada haciendo las colas de Los Próceres o de la Alcabala 2 se aseguraban de que nadie se coleara. En un par de ocasiones, los intentos terminaron en puños, mientras alguno gritaba “seamos como Chávez, no abusemos”. Más cerca de la AMV las quejas eran más grupales, con gritos como “Respeto al Comandante”.

Hubo lágrimas, desmayos, gritos y molestias. Pero también hubo campaña. El nuevo eslogan de muchos presentes era “Chávez, lo juro, mi voto es por Maduro”, sobre las canciones de Alí Primera que sonaban al fondo.

Algunos especulaban que ahora “hasta los opositores votarán por Chávez”. Otras consignas se gritaban a cada rato, no pasaba mucho tiempo sin que se escuchara “Chávez vive”, seguido de “la lucha sigue”, cual salmo responsorial. Alguna se atrevió a gritar que al Presidente “nos lo mataron”, comprando la versión oficial.

En la cola los civiles aplaudieron cualquier pelotón militar que marchara dentro de Fuerte Tiuna, algunos de quienes llegaron al féretro hicieron saludo militar ante el cuerpo de Chávez.

Uno de los organizadores aseguró a TalCual que la cola tenía un recorrido de 10 kilómetros en zig-zag, aunque había varias entradas que coincidían en un punto final en donde la multitud rompió la barra de seguridad para unificar a todos los asistentes en una suerte de embudo, de donde salían, de uno en uno, los que finalmente llegarían al féretro.

Las barreras colocadas por los militares se hicieron insuficientes, así como la paciencia de quienes asumieron que los uniformados no garantizaban el orden. “Estos militares como que son escuálidos y quieren que el pueblo se mate aquí”, espetó una mujer, mientras un hombre alterado le gritaba a un soldado “si no pones orden tú lo vamos a poner nosotros”.

Los ancianos se quejaban de que debían hacer la cola como los demás sin poder descansar. “Esto se les fue de las manos, como si yo no conociera cuáles son mis derechos. No saben hacer nada”, sentenció una señora vestida de rojo-rojito. Otros corrían con la suerte de que algún militar los pasara, aunque más de una sospecha levantó que los verde oliva estuvieran beneficiando a sus familiares y amigos.

Cuatro pantallas mostraban la permanente imagen del féretro siendo saludado por afortunados, en apenas tres o cuatro segundos. Eso alimentaba la esperanza de algunos, y la frustración de otros. Luego de varias horas, más de uno echó marcha atrás. “Me iré sin verlo, esto es un desastre”, comentó José Pulido, molesto.

La delegación palestina no hizo cola y vio al Presidente. Los médicos de Bolivia, Nicaragua y El Salvador fueron aplaudidos haciendo cola. Los atletas con discapacidad aguardaron “la orden de arriba” para rendir tributo.

EL PRECIO DEL DOLOR

Los vendedores ambulantes aprovecharon para vender desde franelas con la cara de Chávez hasta paraguas y zarcillos con su imagen. Los buhoneros respetaron la ley seca, pero vendían todo tipo de líquido para sortear el calor.

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