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domingo, 3 de marzo de 2013

Al borde del colapso

Tal Cual

Víctor Hugo D’Paola insiste que, en manos de Maduro y Cabello, el país navega en una peligrosa cadena de errores. El autor de "Transiciones políticas" cree la oposición debe tener un candidato en la calle que ahora no puede ser otro sino Capriles Radonski

ELIZABETH ARAUJO/ FOTO SAÚL UZCÁTEGUI

Ex parlamentario y autor del libroTransiciones políticas, Víctor Hugo D’Paola insiste que la primera regla de la oposición debe ser la unidad. No cree que pueda haber apertura al diálogo con el chavismo mientras lo dirija un Diosdado Cabello, al que tilda de fascista, o de Maduro, al que ve como un atrasado comunista procubano.

Dice que, pese a ellos, diálogo y tolerancia habrá, ya que apartado Chávez del poder otros actores aparecerán, porque “el país necesita tranquilidad y respirar profundo”

–Viene de escribir Transiciones políticas, donde describe experiencias de países que, gracias al voto y a la protesta pacífica, pasaron de regímenes totalitarios a democracias. ¿Algún parecido con Venezuela?
–Se me ocurrió escribir el libro cuando Chávez estaba cerca de cumplir 14 años en el poder. Demasiado tiempo para nosotros, acostumbrados a gobiernos de 5 años sin reelección inmediata y casi siempre había alternativa partidista en la presidencia. En alguna gente hay el temor a un cambio que pudiera significar violencia y no fue así en varios casos en distintos países donde habían gobernado dictaduras o largas hegemonías políticas. Catorce años de experimentos políticos negativos, de fracasos económicos, de violencia activa contra los opositores, habían madurado las condiciones para un cambio democrático. Son muchos ejemplos de transiciones donde se temía resistencias violentas por parte de quienes detentaban el poder y no fue así. En Chile el tránsito a la democracia se hizo sin grandes traumas aunque fue necesario que la "concertación democrática" hiciese concesiones al dictador: Pinochet seguía en la jefatura de las fuerzas armadas y además se hacía elegir senador vitalicio buscando inmunidad parlamentaria. En Venezuela misma, y el chavismo se va haciendo poderoso y realiza una paulatina transformación de lo que era la hegemonía bipartidista de AD y Copei, que los chavistas llaman "cuarta república", a un sistema estatista y autoritario que busca implantar un modelo inspirado en la revolución cubana. No hubo resistencia violenta nunca y el asalto a las instituciones del Estado se hizo mediante un "golpe de estado" permanente. Esos ejemplos demuestran que para superar al chavismo en Venezuela en posible hacerlo de manera pacífica, mediante el voto, de unidad de grandes mayorías. Hay conciencia de la necesidad de una transición pacífica que restaure la democracia y unifique al país.

–¿Esas transiciones ocurren de modo natural o, como en el caso de este país, sufren más bien un retroceso? Ya que aquí, de una democracia imperfecta como la llamada cuarta república se llegó a esta mezcla de autoritarismo con populismo.
–Las transiciones ocurren cuando los pueblos se hartan de quienes los gobiernan y de cómo los gobiernan. La transición de AD y Copei al chavismo frustró las esperanzas de mucha gente y más bien se ha convertido en un retroceso en relación a los avances que ya se estaban viendo en la democracia, como, por ejemplo, la descentralización, la elección directa de gobernadores y alcaldes, autonomías regionales. Con todas sus limitaciones más participación se veía en los gobiernos democráticos de los últimos años que en la llamada "democracia participativa" chavista, donde en realidad hay una nomenklatura poderosa dirigida por un solo hombre, el caudillo.

–Lo cierto es que el totalitarismo surge a partir del líder carismático que termina convenciendo al pueblo de su condición mesiánica. ¿Son los pueblos en realidad los que deciden ese destino?
–No siempre los totalitarismos surgen de un líder carismático, aunque muchas veces es así, cuando estos asumen todos los poderes, muchas veces se les va la mano. Los totalitarismos -fascistas o comunistas- algunas veces han aparecido como expresiones partidistas o militares. Ejemplos, Franco o Pinochet no eran líderes con carisma alguno, tampoco lo tenía el comunistas Walter Ulbrich, imposición de Moscú en Alemania. Los pueblos pueden obnubilarse con esos líderes y los siguen con pasión indebida, pero tarde o temprano ellos terminan por echarlos abajo. Acabamos de ver los ejemplos en la llamada primavera árabe.

–En el caso de Chávez es indudable su liderazgo, aún con la enfermedad. La pregunta no es qué ocurre en la gente que se deja seducir por un improvisador, sino qué ocurre en intelectuales que han mantenido posturas críticas y sucumben frente a estos personajes.
–Afortunadamente no son muchos los intelectuales seguidores de Chavez, apenas unos nombres con obras importantes: Gustavo Pereira, Carlos Noguera, Luis Alberto Crespo, Ramón Palomares. Los de más son unos burócratas interesados en el cargo que el chavismo les ha dado, incapaces de escribir un poema. Por eso es que el chavismo ha tratado de apropiarse de intelectuales de la izquierda pre chavista, que no conocieron este gobierno. Así con Aquiles Nazoa, Ludovico Silva y el poeta Valera Mora. En realidad los intelectuales venezolanos han sido antichavistas sobre todo a partir del cambio de este movimiento en totalitario pro comunista.

–Usted fue dirigente y parlamentario del MAS, antes del ascenso de Chávez. ¿Sintió alguna vez ese desgaste del que se afirma ocurrió en ese periodo y que catapultó a Hugo Chávez?
–Fui concejal de Caracas, diputado y senador, y sentía el rechazo de las mayorías adeco-copeyanas a propuestas de cambios favorables que hacíamos desde la fracción del MAS. Cuando la llamada Comisión Caldera, integrada por el senador vitalicio Rafael Caldera, parlamentarios de varias organizaciones e independientes, hicieron la propuesta por cambios modernizadores de la democracia. Esta fue aprobada en Diputados, pero no logró pasar la barrera del Senado, allí murió por disposición de las cúpulas de los dos grandes partidos. Los cambios se retardaron demasiado y eso obviamente favoreció a Chávez en su ascenso al poder. Al caudillo militar, convertido en candidato presidencial lo catapultan esencialmente tres elementos: el retraso en los cambios democráticos, la libertad con todos sus derechos que generosamente el presidente Caldera les concede a los actores de los golpes cruentos, y los apoyos a su candidatura otorgados por integrantes de los llamados Notables, medios de comunicación importantes como El Nacional y el Grupo Cisneros, y desgraciadamente mi propio partido, el MAS que le dio legitimidad democrática al golpista del año 92.

–En entrevista publicada en TalCual, asegura que tarde o temprano el viaje hacia la ruina, al abismo que lleva la locura del régimen chavista, será detenido. ¿En verdad cree eso posible, con un gobierno que se vale del chantaje y la persecución para aniquilar todo tipo de disidencia?.
–La escritora Bárbara Tuchman tiene un libro importante, La marcha de la locura, donde trata de gobernantes y gobiernos que se pierden en un caos de conductas inexplicables. Es cierto que vivimos una honda crisis de gobierno, que los 14 años de ejercicio del poder chavista han sido una suma de errores que han puesto al país al borde del colapso. La mayoría se conquistará, luego ésta pondrá orden en el caos. La situación se hace inaguantable y las reservas morales del pueblo se harán evidentes, la marcha hacia la locura se detendrá. Es verdad que el gobierno es cada vez más dictatorial y castiga la disidencia, pero su caída es inevitable. El contralor Russian inhabilitó decenas de dirigentes, ahora amenazan con cárcel a diputados de Primero Justicia y a Leopoldo Lopez. Esto no ha detenido ni detendrá la disidencia. Cada año aparecen nuevos líderes en el movimiento obrero de resistencia y entre los estudiantes. Ellos serán los líderes del futuro.

–¿Cuál debería ser la estrategia de la MUD visto que el adelanto de nuevas elecciones presidenciales está cantado, y el único candidato en la calle es Maduro?
–La estrategia de la MUD es la unidad. Nadie puede faltar, con ningún pretexto, a la cita unitaria. Tener varios voceros además de Aveledo y Ledezma, que lo hacen muy bien, tener un candidato en la calle que ahora no puede ser sino Capriles Radonski.

–¿Servirá la desaparición de Chávez para la apertura de un camino de diálogo y tolerancia en Venezuela, o se corre el riesgo de que los diosdados y los maduros radicalicen el proceso?
–No sabemos si en definitiva Maduro será candidato. Ha sido tan mala su performance, como jefe de estado, tan mediocre su comportamiento, tan pobre su discurso, que no sabemos si el chavismo lo cambien. Es difícil esperar diálogo y tolerancia de Diosdado Cabello, formado en el ejército, acostumbrado a la disciplina militar y cuartelaría. En la Asamblea ha demostrado ser un fascista y esos jamás aceptan el diálogo. De Maduro tampoco; es un atrasado comunista procubano, vacío de entendimiento y de cultura, imitador de su jefe. Pese a ellos, diálogo y tolerancia habrá. Apartado Chávez del poder, otros actores aparecerán en el campo de lo que ha sido el chavismo. El país necesita tranquilidad y respirar profundo para acometer la tarea de recuperar la Venezuela democrática.

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