Alonso Moleiro - Analitica.com
Domingo, 18 de noviembre de 2012
Seguimos creciendo. Presenciamos un liderazgo que dejó el cuero en la pasada campaña, haciendo gala de un esfuerzo logístico y físico sin precedentes. Vamos a colocar nuestro aporte. Tenemos que organizarnos y hacernos sentir
No es cierto que asistimos a las elecciones del pasado 7 de octubre sin tener claro los riesgos que corríamos.
Constituye una verdadera falacia afirmar que nos llevaron engañados, que a todos nos vieron cara de tontos, que las reglas de juego eran desconocidas, que nos estábamos enterando sobre quién era Socorro Hernández.
Concurrir a esta y otras citas electorales en este tiempo histórico no ha sido ejercicio deportivo. Es una decisión política que la dirigencia de la MUD tomó, acompañado por toda la sociedad democrática, aún al corriente de las dificultades técnicas y las discutibles decisiones administrativas que del Consejo Nacional Electoral. Una vez que todos probamos con amargura cuan inconducente e inútil fue haber recorrido el derrotero electoral de la abstención del año 2005.
En lugar de seguir cavilando reflexiones en torno al alcance de la abstención y la substancia de la nada ese abismo que tres o cuatro articulistas lunáticos siguen empeñados en navegar-, lo que Henrique Capriles Radonski y la MUD decidieron fue lo que indicaba cualquier manual de comprensión del ejercicio político: asumir riesgos y colocar la retina en un horizonte que estaba a la mano, a partir de la comprensión de una circunstancia concreta.
Sobre la base de esta realidad asistimos en otras ocasiones a pasajes electorales en las cuales las cosas fueron distintas. El Referéndum de la Reforma; las elecciones parlamentarias y la obtención de espacios de poder de importancia capital, como las Gobernaciones del Zulia, Miranda y Carabobo o las alcaldías de Maracaibo y Sucre.
Con ese cuestionable aparato administrativo escogimos a nuestro candidato en la consulta del pasado 12 de febrero. Entonces y ahora usamos encuestadoras como parámetro que nos permitiera ubicarnos para tomar decisiones en todos los ámbitos. No quisimos, luego, atender sus advertencias: un mes antes de las pasadas elecciones presidenciales algunas de ellas nos retrataron la circunstancia que luego nos tocó vivir.
Votar no es un juego de niños; la realidad no se compone con pataletas pueriles; en esta compleja circunstancia nos metimos solos; la lucha, y la vida en general, es un ejercicio continuo y sin fin, válido y pertinente mientras exista fuelle para seguir respirando. No siempre que se lucha se obtiene la victoria: nadie por eso deja de luchar. La oposición tiene en estos momentos la fuerza suficiente para ejercer la presión necesaria y hacer respetar la validez de la Constitución Nacional, pero para ello es necesario que concentremos disciplinadamente los esfuerzos en las dos citas electorales que se aproximan. Con una actitud contralora e intransigente, pero sin dejar de asistir.
Esa es la realidad de la sociedad democrática y esos son sus retos. Por mucho que sea cierto, porque lo es, que ha llegado la hora de subirle el tono a los extravíos y los excesos institucionales de un Consejo Nacional Electoral de comportamiento cuestionable e indudable corazoncito chavista.
Soy de los que piensan que, a diferencia de lo sucedido en otras ocasiones, la MUD concluyó, hasta el pasado mes de Octubre, una maniobra política de enorme peso cualitativo. Estoy seguro de que, antes de saber los resultados del mes pasado, esta era una apreciación compartida por todos.
La derrota electoral, sin embargo, nos trajo a las manos un mensaje concreto: la lucha social, la defensa de la Constitución, y en general, la agitación política, no puede quedar circunscrita a momentos electorales. Mucho menos cuando el adversario es un ente millonario e inescrupuloso, que ha hecho de la campaña entre la población un suceso cotidiano y que es capaz de violentar sin el menor recato las normas que fomenta si siente que con eso va retener lo único que le importa: el poder. No podemos perderlo de vista: la derrota electoral del mes pasado se fraguó durante 2011.
La MUD tiene que fortalecer su aparato; los dirigentes de la Unidad, trabajar coordinadamente; la bancada parlamentaria saldar la enorme deuda que tienen con el país. Los liderazgos existentes, comenzando por el de Henrique Capriles, es necesario cultivarlos y promoverlos. La Unidad es un valor superior, que debe ser defendido a todo evento. La propalación de unos valores, de un proceder, la construcción de un horizonte compartido, el desarrollo de una realidad programática, la gesta definitiva de la salvación del país, no es precisamente un asunto de distribución sonajeros y pitos, de truchimanes y oportunistas, de candidatos portátiles enamorados de sus rostros, especialistas en sonreír a la cámara con el dedo pulgar levantado.
Si todos vamos a votar con convicción, las fuerzas democráticas podrían obtener, en las elecciones que se aproximan, hasta 8 gobernaciones en algunas entidades de peso específico nada desdeñable. Sería un mensaje político de gran importancia.
Un parámetro adecuado para iniciar un debate sobre la Constitución que nos hemos dado los venezolanos y el tipo de sociedad que queremos construir en estos años. No estamos solos. Somos muchos.
Seguimos creciendo. Presenciamos un liderazgo que dejó el cuero en la pasada campaña, haciendo gala de un esfuerzo logístico y físico sin precedentes. Vamos a colocar nuestro aporte. Tenemos que organizarnos y hacernos sentir. Votar es el primer paso.
alonsomoleiro@hotmail.com
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