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miércoles, 10 de octubre de 2012

RESACA

ELIZABETH ARAUJO - Tal Cual

Nada más molesto que el dolor de cabeza después de una fiesta que ha terminado mal. Hace apenas 72 horas, una mitad de la población juraba haber visto luz al final del túnel. Los tuits anónimos y hasta llamadas telefónicas de amigos con conexión a los comandos cruzaron la tensa noche del domingo a una velocidad jamás imaginada para asegurarnos que Hugo Chávez venía de ser derrotado.

Nadie verificó la procedencia del rumor y tampoco importó hacerlo porque, como acabamos de descubrir ahora con las encuestas, menos interés tuvo la realidad que los deseos por largo tiempo acumulados.

Sin dudas que se trató de un golpe severo para quienes participaron en los llenazos espontáneos y voluntarios que Capriles Radonski protagonizó en cada pueblo o ciudad que visitaba. De modo que era lógico suponer que el lunes amaneciera de resaca nacional, tanto para quienes celebraron con toques de dianas y disparos al aire el triunfo del comandante, como para quienes lograron conciliar el sueño al final de la madrugada balbuceando la misma pregunta ¿por qué se perdió? No hay dudas que Hugo Chávez renueva su liderazgo único en este proceso que él se empeña en calificar de nacionalista, socialista y revolucionario. Pero tratemos de verificar ­sin la versatilidad de los analistas que se pasean por los espacios de opinión de la radio y la televisión­ algunos datos que expliquen tan resonante victoria y entender por qué Hugo Chávez continúa al frente del poder.

Lo primero que asoma es el grosero ventajismo institucional del cual dispuso el candidato del Gobierno para saltarse la letra pequeña del reglamento electoral y proseguir con la promoción de sus ofertas, bajo el disfraz de que quien hacía las cadenas casi a diario era el Presidente de la República. Esta visible irregularidad, a todas luces indetenible por el árbitro electoral, gracias a que las cuatro rectoras hicieron caso omiso a los reclamos del comando opositor, catapultó a Hugo Chávez como el único candidato con derecho a exposición diaria de propaganda, las 24 horas del día, en todos los medios de comunicación, mientras que su adversario se partía el lomo en una campaña de recorridos y contactos personales que desde ya resulta imposible de ser superada. Cabe preguntarse qué hubiera pasado si, en lugar de Hugo Chávez, hubiese sido Henrique Capriles quien hubiera empleado la noche del sábado, horas antes de los comicios, para montar una rueda de prensa, con transmisión en vivo de Globovisión. ¿Qué hubiera hecho la rectora Tibisay Lucena? ¿Qué le habría pasado entonces a Globovisión? A ello se suma la imagen impune de vehículos de Pdvsa y Corpoelec prestándose a la convocatoria de los mitines oficialistas y, más tarde, para el arreo, con dinero en mano, desde su hogar a los centros de votación, de los electores rezagados, y que ahora el PSUV lo hace pasar como un acto de viveza criolla, practicada también en la cuarta república. Lo escribo para sacarme la resaca y enderezar el rumbo. Y para que los analistas internacionales dejen de repetir que fue éste un proceso electoral perfecto.

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