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miércoles, 10 de octubre de 2012

Guayabo electoral

Tal Cual

Es insuficiente decir que hay un camino, hay que decir hacia dónde va y trazar la ruta a seguir. Nuestro drama es que no hemos logrado construir un proyecto compartido, acerca de lo que somos en tanto que colectivo

MIGUEL ÁNGEL LATOUCHE

En lo que al quehacer de lo político se trata, yo no creo en las ficciones. Me gusta más basarme en los hechos, en la realidad que uno puede percibir y mejor en la que se puede cuantificar. Si es cierto, como se nos dijo que lo era, que teníamos testigos en todas y cada una de las mesas que fueron utilizadas durante las elecciones del domingo, entonces, es inverosímil hablar de un fraude electoral.

En todo caso, sería necesario que se mostraran algunas pruebas que tuviesen un carácter contundente. Hasta ahora ese no es el caso. Yo prefiero pensar que el acto cívico del domingo pasado cuantificó la manifestación de la voluntad popular de los electores. Estemos claros, yo no estoy contento con los resultados. Creo que 14 años de ineficiencia gubernamental (reconocida incluso por el Presidente) deberían haber producido un resultado diferente. Uno hubiera pensado en la posibilidad de que la elección del domingo se convirtiese en un ajuste de cuentas. No fue el caso.

En política las cosas no son necesariamente como uno espera que sean. De allí que en política no pueda trabajarse en función de la realidad que uno percibe, de la que espera, sino que es necesario construir una percepción de la realidad que se acerque de la mejor manera que sea posible a los contenidos objetivos de esa realidad.

Uno no puede funcionar desde las sombras proyectadas en las paredes de una caverna no más que porque los trazados se asemejan a nuestras preferencias y nuestras expectativas. Yo creo que Capriles hizo una buena campaña en lo que respecta a los contenidos tecnocráticos de su discurso, pero creo, de igual manera, que estuvieron ausentes a lo largo del mismo contenidos de carácter ideológico que eran necesarios para garantizar la construcción de un discurso alternativo.

A mí se me ocurre que en Venezuela, visto que nuestro elector no es racional, que no funciona en los términos de la evaluación objetiva de una gestión de gobierno, que reacciona de manera emotiva, por enamoramiento, era necesario contraponer, desde lo ideológico, a la construcción de esa religión civil que se mueve alrededor de la figura de Hugo Chávez. Más allá de la histeria colectiva en la cual, en tanto que sociedad, nos encontramos unos y otros, lo cierto es que nos encontramos en un momento de encrucijada en los términos de la construcción de nuestra sociedad.

Un país no puede funcionar de manera permanente bajo la lógica de las misiones. Este gobierno le ha apostado el futuro del país al movimiento táctico, de allí que los esfuerzos por construir sean tan esporádicos y tan ineficientes. De allí la incapacidad de convocar a un esfuerzo colectivo de largo aliento.

Una sociedad que no tiene claridad acerca de los contenidos de su proyecto colectivo camina entre sombras y no va a ninguna parte. Eso de que el Socialismo está en construcción es pura retórica barata. Por otro lado, me parece insuficiente decir que `hay un camino’. Uno tendría que preguntarse hacia dónde y desde dónde se traza la ruta a seguir. Para que sirvan de algo las propuestas requieren de una construcción conceptual que les sirva de sustento, esos contenidos deben explicitarse y explicarse de manera sistemática y permanente.

Los venezolanos caminamos en un desierto de ideas, en medio del tremendo hastío que resulta de una polarización absurda y no resuelta. Un país picado a la mitad (o casi) no puede avanzar a ningún lado. Los venezolanos no tenemos un proyecto de país que nos convoque, que nos incorpore, que nos reconozca en los términos de las profundas diferencias que entre nosotros pudieran existir.

Yo creo que ese es el origen de todos nuestros males. Para que una sociedad funcione debe establecer un discurso convocante que defina los valores que sus miembros aceptan como buenos, que comparten; debe construir una imagen compartida acerca de quiénes son, de su pasado y de su futuro y debe establecer estrategias que le permitan alcanzar el futuro deseado incluyendo a la mayoría, respetando a las minorías, reconociendo al otro y a su derecho a existir y a ser y a pensar diferente. El funcionamiento apropiado de la sociedad requiere una convocatoria amplia de los sectores diversos que constituyen la Res Pública.

Nuestro drama es que no hemos logrado construir un proyecto compartido acerca de lo que somos en tanto que colectivo, de lo que aspiramos y acerca de la manera de llegar hasta allá. Parece que fuese suficiente con declarar que tenemos la razón para que esta haga aparición por arte de magia. Yo creo que en los términos del juego político no hay ganadores, ni razones para la celebración.

Estamos metidos en un lío complicado difícil de resolver, quizás por eso prevalece la desconfianza, quizás de allí la dificultad de la reconciliación, de allí la intolerancia que sufrimos. Acá o trazamos puentes o nos vamos al mismísimo carajo. Bueno, yo también tengo derecho a desfogar mis cuitas ciudadanas de cuando en cuando.

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