Edmundo González Urrutia sostiene que con Chávez, Santos trata de utilizar a una figura vinculada a la guerrilla para alcanzar la paz ENIO PERDOMO
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UN NEGOCIADOR EN PRISIÓN
ROBERTO GIUSTI | EL UNIVERSAL
domingo 9 de septiembre de 2012 12:00 AM
El inicio de un nuevo proceso de paz en Colombia, sometido a la polémica interna, alcanza a Venezuela. Mientras la izquierda advierte que será muy difícil alcanzar el objetivo sin un cese al fuego, la derecha sentencia que mientras las FARC no se comprometan a la entrega de las armas (sólo se estipula "la dejación"), la paz seguirá siendo inalcanzable.
El embajador Edmundo González Urrutia, uno de los coordinadores de Enlace Internacional de la Mesa de la Unidad Democrática, analiza cómo el gobierno de Capriles abordaría el tema, en el cual Venezuela tiene asignado un papel.
-El presidente Santos advierte que en las negociaciones para la paz en Colombia no habrá "intermediarios", pero al mismo tiempo agradece al Gobierno de Venezuela "su disposición a ayudar en todo momento". ¿Son compatibles ambas afirmaciones?
-Pareciera existir una contradicción en el planteamiento porque hay factores ajenos al conflicto que están haciendo una labor de facilitación y de acompañamiento.
-El término que se le asigna al Gobierno venezolano es de "acompañante".
-Hay una diferencia importante entre el papel de facilitadores, que juegan los gobiernos de Cuba y Noruega, y el de acompañante, como se designa a los gobiernos de Chile y Venezuela. En el Acuerdo General para la Terminación del Conflicto, Cuba y Noruega figuran como garantes, definición más comprometedora y de mayor responsabilidad, en términos del derecho internacional, que la figura del acompañante.
-¿Qué papel juega Venezuela como acompañante?
-La mencionan como "facilitadora de logística", rol que, uno presume, ya venía desempeñando en las conversaciones iniciales que condujeron al acuerdo.
-Habiendo un antecedente desafortunado, la fallida intermediación del presidente Chávez, entre las FARC y el gobierno de Uribe, que terminó mal por la parcialización del primero a favor de una de las partes, ¿por qué Colombia insiste en el acompañamiento de Venezuela?
-Ahí hay un ejercicio de mucho pragmatismo. Se trata de utilizar una figura que tiene vínculos con la guerrillas porque no podemos desconocer los señalamientos permanentes al gobierno venezolano, de connivencia con los grupos irregulares armados y la facilitación del territorio nacional como aliviadero.
-Si el gobierno colombiano acude a este tipo de ayuda y el gobierno venezolano se presta, ¿no están reconociendo ambas partes, oficialmente, que esa vinculación ha existido, a pesar de las reiteradas negativas del presidente Chávez?
-Eso le permitía (al gobierno colombiano) una comunicación con la guerrilla y como conoce las posturas de Venezuela con respecto a estos grupos, decidió valerse de esa relación. En el 2007 el presidente Chávez hablaba de la guerrilla como un movimiento político que "aquí es respetado". Y el año siguiente llegó a pedir que se les reconociera el status de beligerancia. Cabe preguntarse, entonces, ¿por qué, desde hace ya varios meses, no se ha producido ninguna altisonancia en el diálogo binacional? Santos, además de utilizar esa herramienta, también debe haber exigido una actitud más transparente. "Te involucramos en este proceso pero exigimos, como contrapartida, una actuación de buena fe".
-¿No implica eso un cambio de actitud por parte de Chávez? ¿Si antes suponía que las FARC servían a sus propósitos como elemento perturbador del orden en Colombia y eventualmente llegó a fantasear con la toma del poder por las armas, desde hace tiempo comprendió que eso no puede ser?
-Sí. En alguna ocasión escuché decir que el conflicto colombiano no tiene solución militar, dando por sentado que la guerrilla tiene cerrado ese camino. Pero este es un proceso sumamente complejo que presenta muchos riesgos. El fantasma de El Caguán está vivo en la sociedad colombiana.
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