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martes, 25 de septiembre de 2012

Domingo Alberto: un hombre de una sola pieza

A las 6 am repicaba el teléfono y entre sueños escuchaba su voz; "¿cómo ve la situación?"

ROBERTO GIUSTI |  EL UNIVERSAL
martes 25 de septiembre de 2012  08:40 AM


Más allá de las leyendas que se tejieron en torno a su agitada vida política, la primera referencia trascendente que tuve de Domingo Alberto Rangel fue la lectura de su libro Los Andinos en el Poder, un enfoque luminoso, muy sentido y al mismo tiempo ajustado a la perspectiva marxista, que escribió en la cárcel, sin ninguna otra fuente que no fuera su memoria. El fenómeno de la hegemonía tachirense recibía por aquellos años (70) la atención de historiadores y estudiosos como Ramón J. Velásquez, cuya mirada, aunque difería en el aspecto ideológico de la de DAR, partía de la misma querencia por lo que otro tachirense, Mario Delfín Becerra, llamaba "la tierra santa".

Años más tarde DAR publicaría en un periódico, El Nuevo Venezolano, las crónicas de un viaje que hice al Chile de Pinochet, en 1980, a instancias de un grupo de exiliados para indagar sobre el movimiento de resistencia y el estado de los derechos humanos bajo la dictadura militar. Nunca, por cierto, luego de conocerlo y entablar entrañable amistad, le recordé su gesto, ni él tampoco lo mencionó, generoso si se considera que era el trabajo de un bisoño reportero, lleno de buenas intenciones, pero plagado de limitaciones en el desempeño profesional.

Así que mi deuda sigue pendiente con este hombre intransigente a la hora de plantarse en sus principios, áspero para juzgar a quienes consideraba se habían apartado del camino y consecuente, hasta la muerte, con posiciones como el abstencionismo. Y eso es así porque a pesar de su rígida verticalidad, DAR era un hombre amplio, receptivo y tolerante, capaz de reconocer el disentimiento y discutir ideas con inteligencia y mente abierta.

No fueron pocos los domingos en que a las 6 am repicaba el teléfono y medio dormido escuchaba su voz, de inconfundible tonalidad montañesa, (quizás era el más tachirense de los tovareños) que luego de identificarse (lo cual era innecesario) pasaba a lo suyo: "¿Cómo ve la situación? Ni la enfermedad, ni el aislamiento lograron secar esa curiosidad infatigable y menos el desdén manifiesto que sentía por Chávez a quien consideraba "un politiquero que adopta la careta socialista porque le conviene" o la fulminante sentencia según la  cual "este es el gobierno más capitalista que haya tenido Venezuela. Mientras adecos y copeyanos tardaron décadas en crear sus grupos económicos, Chávez lo hizo en dos años".

DAR estaba seguro, aunque no pensaba votar, que Capriles ganaría las elecciones. Pero mantuvo sus lealtades. Así, cuando le reclamó a su amigo Ricardo Alarcón (Presidente de la AN en la isla) su derecho de oponerse a Chávez, éste le dijo que era libre de hacerlo. "Le pregunté qué me exigían a cambio y Ricardo respondió: lealtad". "No se preocupe, la tendrán hasta la tumba".

rgiusti@eluniversal.com

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