Debate de esencias

Tal Cual

La prioridad de Chávez es su permanencia en el poder y por eso trata de pulverizar a todo el que lo critica. Su presunto amor y fidelidad al pueblo son el soporte de una insólita superioridad moral que criminaliza la disidencia y sirve de excusa para repartir odio, expresión de lo cual son calificativos como la derecha, apátridas, cachorros del imperio, neoliberales y otras lindezas tomadas del más rancio arsenal del fanatismo castrista

LEÓN ARISMENDI

Nada peor para un gobierno mandón, incapaz e ineficiente como este que la evaluación de lo que ha hecho y ha dejado de hacer a lo largo de 14 años, que son casi tres períodos presidenciales, de los de antes.

He allí uno de los aciertos de la campaña del candidato de la unidad democrática. Capriles ha logrado desnudar los desatinos de una gestión pésima, que invoca a los más pobres como destinatarios de sus acciones pero, con la excepción de los programas sociales (rebautizados como "misiones"), ha malbaratado una fortuna que, bien pudo utilizarse para mejorar servicios públicos esenciales, (electricidad, aseo urbano, transporte, seguridad ciudadana), reconstruir la infraestructura hospitalaria y educativa pública, crear más y mejores centros de salud, hospitales y escuelas, dotados de los insumos necesarios para cumplir su misión; con tecnología moderna y personal calificado y bien pagado.

La prioridad de Chávez es su permanencia en el poder y por eso trata de pulverizar a todo el que lo critica. Su presunto amor y fidelidad al pueblo son el soporte de una insólita superioridad moral que criminaliza la disidencia y sirve de excusa para repartir odio, expresión de lo cual son calificativos como la derecha, apátridas, cachorros del imperio, neoliberales y otras lindezas tomadas del más rancio arsenal del fanatismo castrista.

Pero repito, ha sido un éxito que Henrique Capriles haya colocado el centro de la campaña en los problemas de la gente y sus soluciones, en lugar de responder insultos y engancharse a polemizar sobre abstracciones como izquierda ­derecha, capitalismo­socialismo, burguesía y proletariado. Eso le encantaría a Hugo y su sequito; un debate maniqueo sobre la causa última de los males de la humanidad, para despotricar del capitalismo, el imperialismo norteamericano y una vaina mas arrecha llamada neoliberalismo, que sería la versión más acabada del infierno, de cuyas calamidades sólo podremos salvarnos bajo la guía redentora del padre del socialismo del siglo XXI.

Nada importa que esa receta de suprema felicidad haya tenido resultados nefastos en los rincones del planeta donde se le ha utilizado. Por allí van los tiros de esa operación bufa, mediante la cual se pretende centrar el debate electoral en el presunto hallazgo de ideas neoliberales en el programa de gobierno de Henrique Capriles. La verdad es que sería papita demostrar que lo que tiene jodido a este país es el estatismo populista, que este gobierno ha exacerbado hasta el infinito, pero eso sería aliviarles el desespero.

Dedicarse a esa polémica significa, por ejemplo, sacar de la agenda el puente de Cúpira, como expresión del desastre de toda la vialidad nacional o poner de lado la tragedia de Amuay, que el gobierno pretende soslayar con un desvergonzado derroche de cinismo, declarando héroes a las víctimas, sin que se determine responsabilidad alguna por la pérdida de vidas y bienes de las tantas familias afectadas. Qué no se salga por la tangente. ¿Quién responde por la tragedia de Amuay? De las esencias nos ocupamos después del 7 de octubre