El Gobierno está dispuesto a sacrificar las reservas internacionales para continuar las importaciones. El abanderado de la MUD plantea producir en Venezuela con el esfuerzo de los sectores público y privado
JOSÉ GUERRA
La importación de alimentos ya llega a niveles alarmantes en Venezuela ARCHIVO
El gobierno de Hugo Chávez ha carecido de una clara y definida política industrial. Ha estado bailando Chávez la danza de la improvisación en lo relativo al fomento de la producción nacional. Contrariamente, su política ha tenido un evidente signo a favor de las importaciones y la destrucción del establecimiento productivo nacional.
¿De dónde proviene esa tesis antiindustrial de Presidente? Del dogma ideológico que lo tiene prisionero. Chávez, después de haber sido alumno y seguidor de Norberto Ceresole, un fascista connotado, dio un viraje hacia el marxismo-leninismo-estalinismo para caer arrullado en los brazos de Fidel Castro, el decano de los tiranos en el mundo y mejor representante del estalinismo. Estuvo Fidel Castro siempre conforme con todas las atrocidades que cometieron Stalin y sus seguidores en la antigua Unión Soviética y sus países satélites.
El dogma marxista-leninista-estalinista considera que a los grupos económicos de los países hay que liquidarlos y sustituirlos por la propiedad estatal de los medos de producción. Sin embargo, como esto no es fácil de hacer, optó Chávez por un camino con dos salidas. Por una parte, comenzó a expropiar y confiscar empresas y hacerle la vida imposible a la industria nacional mediante un conjunto de regulaciones, y por la otra, se lanzó a importar de todo desde un conjunto de países que vieron en ello la ocasión de venderle productos a Venezuela, a nombre de la solidaridad.
Esto es lo que explica la pérdida de importancia del sector manufacturero venezolano tanto en la generación del producto total como en la creación de empleos y el aumento exponencial de las importaciones.
Así, en tanto que en 1998, la participación del sector manufacturero en la producción nacional alcanzó 17,2%, en 2012 ese indicador se sitúa en 14,2%, una declinación significativa.
Ello se ha traducido en la pérdida de empleos en la manufactura, cuyos desempleados pasan a engrosar las filas de la informalidad o el desempleo abierto.
Como dato adicional vale recordar que de cada cien kilogramos de alimentos que consumen los venezolanos, setenta vienen del exterior.
Como consecuencia de esta declinación de la producción local, el resultado ha sido un auge sin precedente de las importaciones, especialmente de alimentos. No han tenido un mínimo de decoro ministros de la importación como el coronel Carlos Osorio, jefe de la cartera de Alimentación, y la señora Edemée Betancourt, del despacho de Comercio, para admitir que efectivamente la política del gobierno son las importaciones y que ellos están dispuestos a sacrificar las reservas internacionales del país o a seguir endeudando a la nación para continuar la vorágine importadora.
PRODUCCIÓN NACIONAL
Si esa es la política de Chávez, con el gobierno de Henrique Capriles las cosas van a empezar a cambiar. Con el programa Hecho en Venezuela ha querido significar Capriles la necesidad de impulsar la producción nacional, especialmente de alimentos, que fácilmente se pueden producir en Venezuela mediante el esfuerzo conjugado entre el sector público, el esfuerzo privado y la participación activa de los trabajadores. Los propósitos de esta política de incentivar lo hecho en Venezuela son aumentar la producción nacional, crear empleos y diversificar la economía. Para hacerlo necesitamos un nuevo trato entre el gobierno y el sector privado en el cual se cuente con reglas claras y estables, se deje atrás el conflicto y se ponga un freno a las expropiaciones.
Una estrategia de fomento a la producción nacional debe contar como soporte con un programa de infraestructura que facilite la movilidad de la carga y que también acorte el tiempo y los costos del transporte. Ya Capriles ha avanzado ideas concretas al respecto para ponerle reparo al estado catatónico de la vialidad en Venezuela.
El programa de incentivo a la producción nacional tiene que materializarse en la creación de nuevas empresas, tanto pequeñas como medianas y grandes. El parque industrial de Venezuela actualmente es insuficiente para un país encaminado a paso firme hacia el progreso. De aproximadamente unos 15.000 establecimientos industriales que había en Venezuela en 1996, en la actualidad sobreviven unos 8.000, cifra claramente limitada para producir, satisfacer la demanda nacional y exportar.
Crear nuevas empresas y estimular el emprendimiento significa la simplificación de los trámites burocráticos que hoy obstaculizan la instalación de empresas. Plantea Capriles concentrar todos los trámites en una taquilla única donde potenciales inversionistas, de forma expedita, realicen sus trámites de manera automatizada. Esto, conjuntamente con una política crediticia y de capacitación laboral, permitirá que florezcan los negocios y se creen miles de empleos.
LAS COMPRAS
Dos componentes adicionales del plan Hecho en Venezuela lo conforman, las compras estatales y el incentivo a las exportaciones. Mediante las compras estatales, el sector público canalizará principalmente su capacidad de adquisición de bienes hacia los elaborados en Venezuela, con insumos venezolanos por trabajadores venezolanos. Y mediante incentivos fiscales se promoverá el alicaído sector exportador nacional, base y fundamento para la política de disminución de la dependencia y la vulnerabilidad de nuestra economía.
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