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sábado, 12 de mayo de 2012

La "realeza" criolla


ELIZABETH FUENTES - Tal Cual

La verdadera, exacta, precisa información sobre lo que ocurre en el país no proviene de los redactores o analistas políticos. Tampoco de los expertos en Economía y mucho menos de los arriesgados reporteros que firman las llamadas "páginas rojas", nunca mejor adjetivadas por cierto que en estos 13 largos años de asesinatos, secuestros y cuanta malandrería sea posible, desde La Planta hasta las nuevas mansiones de La Lagunita. Quienes realmente saben cómo es que se está batiendo el cobre entre los nuevos ricos del PSUV son nada más y nada menos que los periodistas de Sociales: infiltrados en fiestas multimillonarias, Iphone en mano, fotógrafo al lado, escuchan atentamente los chismes de unos contra los otros, calculan rapidito a cuánto ascendió la fortuna del Ministro tal (porque se lo dijo una amante del Viceministro en el cumpleaños de la Magistrada Equis...), y se conocen al dedillo quiénes son los habitués de determinado restaurante carísimo, adonde llegan como Pedro por su casa con su novia nueva tipo Miss y ordenando, ¿qué otra cosa podría ser?, su Dom Perignon Rosada (ya saben que se puso de moda), mientras le ordenan a los guardaespaldas que los protejan de los plebeyos rodeando su mesa por los cuatro costados, no vaya a ser que algún periodista me esté viendo y salga a escribirlo en Tal Cual , por ejemplo.

Son los periodistas de Sociales los que están al tanto sobre a cuál bando pertenece el dueño de los PentHouses en Valle Arriba (suelen tener varios), quién jodió a quién porque se quedó con el negocio de la importación de frijoles o el de los Seguros de todos los ministerios, y de qué tamaño es la cocina nueva del hijo de XXX, quien acaba de remodelar su mansión en el Country Club y, muérete que se llevó los chefs XXX, porque ahora en su casota recién remodelada necesita, como mínimo, tres cocineros.

Que corresponderá a algunos (o a varios) de nuestros amigos de Sociales ­muy buena pluma por cierto, discretos, decentes en su mayoría­ escribir la novela de esta era, donde deberán incluir el escándalo más reciente, digno de un titular de Hola o de Corazón Corazón: "Fulanito le sonsacó el sommelier al Hotel Tamanaco". Como lo leen: uno de los archimillonarios más exquisitos del socialismo se llevó a toda esa leyenda en el área de vinos y espumantes, puja digna de un "Chateau Petrus 2005" y donde el chavista ganó de calle porque en el quién da más final, el resultado fue obvio.

Así que olvídense del sapeo de Velásquez Alvaray o de la Sonata y Fuga de Aponte Aponte: la verdadera historia de la corrupción ocurre en mansiones alejadas de las cementeras de Farruco (otro que vive en La Lagunita, by the way), en la degustación privada del nuevo menú de los nuevos chefs ­dicen que el salario alcanza los 40 mil bolos mensuales por cabeza­ y, por supuesto, en la presentación en sociedad de la hijita de la amante, personaje que ahora tiene más poder que Blanca Ibáñez o la Matos porque, sencillamente, ahora hay mucho pero mucho más real.

Y ojo: no los estoy comparando con los adecos. Porque ya más de uno me ha regañado porque en mi columna anterior "analizaba" lo dicho por Blanca Eckhout en el comando de campaña chavista ("Vamos a romper con el adeco que llevamos dentro")... No. De hecho y para congraciarme con mis críticos, repito una frase magistral de ese extraordinario periodista, mi amigo precioso Mario Aranaga, tan brillante y certero siempre no sólo en el fashion sino en la vida misma: "No son adecos, Eli. Los adecos tenían humor, se burlaban de sí mismos, se vacilaban sus gustos barrocos..." Tiene razón, mi querido Mario: la nueva "realeza" criolla es amargada. Se toman la Dom Perignon como si fuera agua de coco, pero con aquella cara de cañón y escondidos entre guardaespaldas. Quizás porque, como lo dijo alguna vez Müller Rojas, aunque vivan en el Country Club y cenen como Cayetana de Alba, saben que habitan en ese nido de alacranes que es el PSUV donde, vista la cuenta regresiva, pareciera que ser feliz también está prohibido.

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