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lunes, 14 de mayo de 2012
EUROPA, IZQUIERDAS Y DERECHAS
ENRIQUE OCHOA ANTICH - Tal Cual
eochoaantich@gmail.com
@EOchoaAntich
La victoria del Partido Socialista en Francia sugiere varias reflexiones. Sólo quiero aquí subrayar una que siempre me ha causado gran curiosidad: la relación de convivencia y alternabilidad entre la izquierda y la derecha democráticas, en particular de cara al tema del desarrollo, del crecimiento económico, de la riqueza de las naciones (según diría Smith). La reflexión es simple: tengo para mí que los europeos -en particular un cierto sector político de centro que oscila con inteligencia de izquierdas a derechas y de derechas a izquierdas de una elección a otra- han descubierto que el secreto de su peculiar desarrollo económico con justicia social, es decir: capitalismo, economía de mercado y Estado de bienestar, es que el poder político oscile de acuerdo a ciclos bastante regulares entre las izquierdas, cuya característica fundamental es la repartición de la riqueza, y las derechas, cuya característica fundamental es la creación de esa riqueza.
Nos contó Felipe González en su reciente visita a Caracas que para un izquierdista como Lula, ese modelo europeo constituye un "patrimonio de la humanidad".
Quizá fue la socialdemocracia alemana de finales del siglo XIX -el partido político más numeroso, activo y robusto del planeta para ese entonces, que llegó a ser el más votado al Reichstag- la que logró que permeara en la sociedad capitalista occidental y a su vez en el pensamiento socialista democrático, esa crucial, histórica relación entre izquierdas, derechas y riqueza (en particular de Bernstein en adelante). Claro, cuando la derecha es democrática y cuando la izquierda también lo es. Porque cuando no (fascismos, militarismos y conservadurismos fanáticos por un lado, y comunismo por el otro) sólo condujeron a las naciones europeas a grandes tragedias de violencia, intolerancia, negación del otro desde cada extremo radical, e incluso la guerra, con su secuela de destrucción (de la riqueza, inclusive).
Las derechas, por su conformación social, representando no sólo pero también a los sectores del capital, tienden desde el poder a desatar el desarrollo de las fuerzas productivas, aún a costos sociales a veces difíciles de tolerar. Cuando han creado la riqueza suficiente, las naciones europeas entonces oscilan a las izquierdas, que por su conformación, representando principalmente a los sectores del trabajo (manual e intelectual, clase obrera y algunas clases medias), tienden a repartir con alguna justicia social esa riqueza creada. Lo que en fin de cuentas es otra forma de creación de riqueza, pues el gasto en educación, salud, seguridad social, etc., es una inversión en capital humano y en un factor intangible pero esencial: lo que ahora llaman la gobernanza, es decir, la paz social, la estabilidad de la instituciones, los consensos sociales sin los cuales sería impensable la creación de riqueza y la acumulación de capital. El ciclo recomienza cuando los ciudadanos observan que la repartición de esa riqueza nacional compromete su creación: entonces regresan a las derechas democráticas para que éstas, conviviendo con las izquierdas democráticas, pongan orden en las cuentas fiscales, reduzcan algunos gastos y vuelvan a impulsar el desarrollo de las fuerzas productivas.
Se trata del ciclo virtuoso europeo del desarrollo en democracia y con justicia social.
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