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viernes, 25 de mayo de 2012
EN BÚSQUEDA DE LA RENOVACIÓN DEMOCRÁTICA
LEANDRO BUZÓN - Tal Cual
juventud.raices@gmail.com
Si un viajero se aventurase hoy en Venezuela a conocer nuestra organización política, ¿qué imagen quedaría plasmada en su diario de viajes? Imaginemos por un momento que reencarnara un nuevo Alexis de Tocqueville, un científico social ajeno a nuestros fracasos, un hombre preocupado por conocer a profundidad a la sociedad. ¿Cuál sería el balance histórico que haría de Venezuela, y cómo vería el futuro de la democracia en nuestro país? Nuestro viajero al recorrer el territorio y conocerlo, posiblemente afirmará que es más preciso decir que nuestro sistema es una pseudodemocracia que una democracia. Se supone que la democracia es un modelo político en el cual todos los ciudadanos ejercemos la función de cogobierno a través del control que ejercemos de nuestros representantes. En Venezuela, en cambio, encontrará una altísima desigualdad social. La población sin acceso a vivienda es cada vez mayor; sólo unos pocos pueden acceder a una educación de calidad; sólo un grupo reducido de ciudadanos, el que tiene mayor poder adquisitivo, tiene acceso a la justicia. Por otro lado, los jóvenes no se sienten escuchados, los canales de expresión, recreación y comunicación entre ellos son limitados.
Si nuestro viajero estudiara un poco nuestra historia se encontraría que una de las promesas más importantes del proyecto democrático era reducir estas desigualdades sociales.
Encontrará que los líderes buscaron solo ganar procesos electorales sin una verdadera motivación de transformar la sociedad. Los políticos electos para aquel entonces, una vez designados, se desvinculaban del pueblo, y en consecuencia sus ciudadanos no se sentían representados.
Los ciudadanos comenzaron a entender la democracia como un anhelo postergado o una fuente de angustia. Entonces, rápidamente nuestro hipotético viajero se percatará que esa cara demagógica de la democracia trajo como consecuencia la "generación antipolítico", que siente una gran aversión hacia los asuntos políticos y sus dirigentes, dándole pie al nacimiento de caudillos que bajo consignas populistas llegarían al poder. También concluiría que los venezolanos no han terminado de entender que el remedio ha sido peor que la enfermedad.
Nuestro viajero al observar este panorama se preguntará qué hacer. Y por sobre todas las cosas: ¿cuál ha de ser el rol de la juventud para alcanzar una democracia verdadera en la que no existan desigualdades sociales? Quizás diría que conocer el proceso histórico de la democracia será uno de sus deberes.
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