El Lago a punto de cubrir la carretera Valencia - Güigüe

(Foto Angel Chacón)

Axia Carvallo
El Carabobeño

El aumento del nivel del agua del Lago de Valencia en los últimos años ha afectado a las comunidades de las zonas cercanas y generando incertidumbre en habitantes, trabajadores y dueños de fincas sobre qué hacer si continúa creciendo.

Una cantidad considerable de terrenos desaparecieron por la crecida, que se llevó a su paso desde terrenos sin habitar hasta casas y áreas de producción agrícola. Vicente Pérez tiene su finca a pocos metros del Lago, en la que cosecha naranjas. En menos de dos años el agua arrastró unas diez hectáreas aproximadamente de su sembradío. “Anteriormente volteabas a ver en dirección hacia el Lago y apenas se veía, por lo lejos que se encontraba. Ahora lo tenemos a pocos pasos” comentó. La hacienda de su padre fue afectada en mayor escala, pues perdió 90 hectáreas, casi todo el terreno. Pérez afirmó que sin duda el problema le preocupa. Explicó que no tiene mucho qué hacer. Cuando comenzó la producción de la finca la posibilidad de que el agua del Lago llegara casi a sus puertas, no existía, aclaró.

Por ahora los productores solo esperan que autoridades a las cuales les compete el problema busquen una salida que ponga fin a la situación de angustia en la que viven y trabajar para detener el incrementó de las aguas que casi llegan a la autopista. De lo contrario además de la pérdida de terrenos y la producción que en ellos se da, serían muchos puestos de trabajos que quedarían en el aire, lamentaron. Al parecer en el sector Samán Mocho es el más afectado.

Apagones de 12 horas

En la vía a Güigüe, el sector Camino Real y otras comunidades cercanas permanecieron sin energía eléctrica por más de 12 horas. Los vecinos indicaron que los apagones son constantes. Desde las 10:00 de la noche del pasado jueves 10 de mayo fue suspendido el servicio de eléctricidad, y aunque los habitantes pensaron que se trataba de un apagón de dos horas, a las 12:00 del medio día no se había restablecido la corriente. La situación perjudica principalmente a los comerciantes y productores que necesitan la energía para procesar y mantener sus productos.