Contradicciones

Tal Cual

Nadie está más equivocado que quien se cree dueño de la verdad. La intolerancia es un fardo que impide avanzar. Cuando la clase política se dedica a insultar, a descalificar, a zaherir, es imposible construir el futuro 

MIGUEL ÁNGEL LATOUCHE

Yo pasé en la mañana, me extrañó la presencia de contenedores en el campus universitario. ¿Qué coño hace un montón de contenedores puestos en una universidad? Seguí mi camino y no fue sino cerca del mediodía del martes de la semana pasada cuando me enteré de que habían programado un censo de la Misión Tu Casa Bien Equipada en los espacios de la Universidad Bolivariana. Me cuentan que la cola de gente era inmensa, una inmensa muestra del populismo que nos acogota, que nos violenta, que nos quiebra como sociedad.

La universidad es un espacio para la reflexión, es un espacio para la búsqueda de la verdad, para la construcción del conocimiento. Hacer populismo dentro de los espacios de una universidad, cualquiera que esta sea, es poco menos que violentar su espíritu hasta la perversión. Pero bueno, así están las cosas, a fin de cuentas el país se mueve al filo de profundas contradicciones.

Uno siente y, por supuesto, no es más que una sensación, que no es posible salir a la calle sin sentirse inseguro, que la delincuencia se encuentre desatada, que el canal del Estado se utiliza, casi con exclusividad, para hacer proselitismo, que las concesiones se les otorgan a quienes están identificados con la "causa", que los "niños de la patria", en muchos casos, siguen siendo niños de la calle, que ya no nos quedan programas de opinión en los medios privados, que la inflación nos traga, que la intolerancia prevalece.

Cuando la clase política se dedica a insultar, a descalificar, a zaherir, crece la imposibilidad de construir el futuro.

El país es un ring de boxeo, hay unos tipos que se pusieron los guantes y se taparon los ojos. No hay nada peor que un militante ciego. A fin de cuentas, los criterios de verdad no son individualizables, la verdad se construye sobre la base de la contraposición de puntos de vista y la definición de consensos mínimos. Nadie está más equivocado que quien se cree incuestionablemente en posesión de la verdad. La intolerancia es un fardo que no nos permite avanzar.

La cosa no deja de ser interesante: en general, desde una perspectiva teórica, las revoluciones se definen sobre un espíritu libertario que busca emancipar al sujeto, capacitarlo para ejercer la mayoría de edad, para hacerse cargo de sí mismo. Sin embargo, los resultados, a veces, pueden llegar a ser terribles: La Revolución Rusa se tradujo en la concentración del poder en manos del Secretario General del Partido; la francesa, llevó al pueblo francés a la guillotina y al terror, la cubana ha llevado a ese pueblo al silencio. Es terrible obligar a la gente a ser libre, como prescribe Rousseau en su Contrato Social, sobre todo cuando los contenidos de la Libertad los define la nomenclatura en el poder.

HIDRARGIRISMO 

En nuestro caso uno siente que nos encontramos atrapados en las fauces oscuras de un populismo simple, ramplón y chimbo. La propuesta ideológica gubernamental es caliche.

El socialismo a la bolivariana se fundamenta en la lógica de la redistribución improductiva. 14 años después seguimos siendo un país rentista, ha disminuido la productividad del campo casi tanto como la de la pequeña y mediana industria: Nuestras zonas industriales se han convertido en cementerios de empresas mientras los trabajadores se hacen cada vez más dependientes de esa perversión que es el gobierno propietario. Se trata de una especie de Rey Midas pero al revés.

Así pues, las altas esferas del gobierno no perciben que sea necesario conversar, construir acuerdos, tender puentes, al parecer creen que es suficiente con tener el control de la chequera petrolera, para tener control sobre el país, los que piensan diferentes pues que se vayan a la mismísima mierda. ¿Qué puede uno pensar cuando se dice que la Ley del Trabajo está siendo y ha sido discutida? A mí en particular me gustaría saber con quién, quién ha sido invitado a participar en las mesas de trabajo, cuántos trabajadores han asistido, cuántos empresarios.

Carajo, uno no puede reunirse consigo mismo, o con quienes piensan igual que uno, o conversar ante un espejo y asegurar que ha agotado suficientemente la conversa.

Nos encontramos ante un proceso revolucionario profundamente clientelar que intenta hipotecar la conciencia de la sociedad, apropiarse de los criterios de verdad, silenciar la disidencia. Cosa mala este drama en el que nos encontramos. El país se ha convertido en una merienda de sombrereros en la cual nadie sabe muy bien cuáles son las reglas del juego, todos intentan sobrevivir en el corto plazo, algunos tratan de pasar agachaos, y muchos intentan aprovecharse de esta forma autoritaria y desordenada de gobernar el país. Es triste pensar que nuestra suerte se juega a los dados, en este país en el cual todos sufrimos de formas más o menos leves y más o menos graves de hidrargirismo.