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sábado, 12 de mayo de 2012

Alejandro Oropeza: "Para los malos gobiernos es más fácil descalificar que escuchar"

ELIZABETH ARAUJO - Tal Cual


Profesor e investigador en la UCV, UCAB y USB, experto en modelaje de problemáticas y políticas publicas y actual director del Observatorio Hannah Arendt, Alejandro Oropeza considera que la idea de retirar a Venezuela de la CIDH constituye la venta del sofá del viejo cuento. "Estigmatizar a las ONG de golpistas solo sirve para dinamitar el puente que comunica a los gobernantes con los ciudadanos"

Hay cierta propensión del Gobierno a satanizar las ONG atribuyéndoles vínculos con sectores golpistas. ¿Escapa el Observatorio Hannah Arendt de esta acusación? ­No sólo involucra al OHA sino a la gran mayoría de ONG que desarrollan actividades en el país. Luego de la debacle de los partidos políticos y esa actitud de antipolítica de muchos sectores de la sociedad, las ONG se constituyeron en mecanismos genuinos de interconexión entre la sociedad y el Estado. Vehículos que permiten procesar buena parte de las demandas sociales y presentarlas a los órganos oficiales competentes. Este vínculo no se limita a sectores no simpatizantes del Gobierno, sino que es una acción plural, abierta y no discriminatoria, que contrasta en mucho con la práctica sectaria donde la posibilidad de atención pública a determinados problemas pasa por identificar primero el carnet partidista, la inscripción a un partido o la asistencia a actos políticos. Hasta donde yo conozco, en las ONG que desarrollan sus acciones en Venezuela, no existe pretensión golpista.

En su gran mayoría, estas organizaciones no poseen fines ni objetivos políticos ni de alcanzar el poder. Sus acciones se encaminan fundamentalmente a servir de canales de intermediación entre la sociedad y el Estado, con base a la exposición abierta y franca de problemáticas que enfrentan las comunidades y/o amplios sectores de la sociedad. Eso siempre molesta a los malos gobiernos, a los cuales les resulta más fácil descalificar que escuchar, procesar y resolver las denuncias.

En el caso del Observatorio Hannah Arendt ¿a qué se dedica y qué papel cumple en la sociedad venezolana? ­El Observatorio Hannah Arendt es una organización no gubernamental que, bajo la figura jurídica de asociación civil sin fines de lucro, fue creada en 2006 por un grupo de académicos provenientes básicamente de tres universidades, la UCV, USB y la UCAB. En líneas generales nos proponemos el monitoreo permanente de los procesos sociopolíticos y culturales del país, en atención a las específicas muestras de autoritarismo del régimen. Entendimos que tal apreciación de la realidad no podía, para que fuese útil, desarrollarse intramuros académicos, ni circunscribirse a la región capital exclusivamente.

De modo que comenzamos el diseño de acciones que, además de las académicas, tomasen en cuenta de manera práctica y con carácter operativo los principales problemas presentes en la agenda social venezolana con miras a aportar mecanismos para su comprensión y para coadyuvar, de la mano de las comunidades, en su atención y solución.

¿Funciona entonces como un grupo de estudio y análisis? ­Y también de acción. Esa apreciación crítica permanente de las problemáticas sociales con miras a desarrollar estrategias conjuntas con las comunidades, generan acciones las cuales ha permitido al Observatorio posicionarse como una institución muy cercana a las comunidades sin olvidar su acción académica la cual seguimos desarrollando de manera muy activa.

¿Cuál proyecto en particular? ­ Hemos generado varios proyectos y desarrollamos sinergias con muy variadas organizaciones y personas y líderes comunitarios a nivel nacional. Esto nos beneficia en la generación de la amplia red de comunicación que mantenemos con el país. Iniciamos un proyecto muy caro para la organización como es la creación de "antenas" del Observatorio.

Arrancamos en Mérida, y en el corto plazo crearemos antenas en Táchira, Anzoátegui, Lara y Sucre, todas ellas autónomas y con personalidad jurídica propia.

Se trata de una vasta red de acción posible en favor del ejercicio de la ciudadanía. En particular puedo mencionar el programa de monitoreo del comportamiento del personal de la Policía de Miranda que, desde nuestros inicios, desarrollamos dentro del Programa de Acción Comunitaria para el Enfrentamiento de la Violencia, como parte de un proyecto nacional.

Para el Observatorio es importante la recuperación de las relaciones entre comunidad y policía, ya que son claves para articular estrategias operativas a fin de enfrentar la violencia compuesta. Fue determinante así incorporar a funcionarios policiales como cursantes del programa de una duración de 128 horas. El asunto cobra vida real, cuando los comisarios Elisio Guzmán y Francisco Iragorri deciden mandar la decisión de enviar en comisión a funcionarios policiales al programa. Durante las cinco cohortes que este programa lleva ejecutadas han participado efectivos de Polimiranda que, al principio, generó resistencias en los participantes. Pero al final, la interrelación y trabajo conjunto dieron los frutos esperados. Al punto, como anécdota, no pocos funcionarios policiales han sido seleccionados para dar las palabras de saludo de las cohortes en los actos de entrega de certificados de aprobación. Polimiranda fue el punto de partida. Hemos continuado con funcionarios de la Polichacao, Polibaruta y los Bomberos. La experiencia, al culminar la acción con el nivel estratégico (comisarios) ha sido muy positiva. Ahora seguimos con el nivel táctico y el operativo, una unión de esfuerzos que puede servir de ejemplo a otros cuerpos policiales, cuyos miembros, olvidamos a veces, son también ciudadanos y que forman parte de una comunidad.

¿Qué significado tiene para el Observatorio Hanna Arendt la salida de Venezuela de la CIDH? ­Se podría identificar con el famoso cuento del sofá: salgo del sofá y se acaba el problema. Nos salimos de la CIDH y se acaban las denuncias. No tenemos que dar explicaciones a nadie. Si bien desde el punto de vista oficial parece percibirse como un acto simple, en la realidad cotidiana no es así. La violación de derechos y la imposibilidad de accionar con mecanismos de garantías restitutorias de los mismos, están en la Constitución. La prédica descalificadora al CIDH se fundamenta en la incapacidad para atender los hechos que se denuncian, además de incapacidad o ausencia de interés por resolverlos. Por no ser parte de la CIDH ¿esta violación e imposibilidad de ejercicio de garantías desaparece? Eso es infantil. El registro, la denuncia, el conocimiento de la violación cotidiana, activa y por omisión, queda allí, por lo que emergerá ahora con más fuerza que nunca el papel de las ONG y seremos más atacadas y descalificadas. Pero ¿eso borra la violación, la imposibilidad de garantías? Definitivamente no.

LA RECONCILIACIÓN POSIBLE

El Observatorio Hannah Arendt desarrolla un programa de seminarios de Cultura de Paz y Formación Ciudadana, que articula herramientas conceptuales para entender la realidad problemática y otorga mecanismos para intervenir y desarrollar actitudes que permitan conciliar y reconciliar. Este programa ha recibido más de 3.500 personas en todo el país, y se han replicado en cifras que escapan a nuestro conocimiento. La idea es sentarnos con actores de diversas ideologías o simpatía política, para conversar, escuchar, y definir por consenso rutas de acuerdo a nivel comunitario. Es un pequeño aporte pero efectivo, porque nos une en el problema sin distinción política o de otro tipo. Hemos tenido médicos, funcionarios públicos, sociólogos, abogados y policías junto a líderes comunitarios de base sin formación formal educativa, con la idea de que lo allí expresado arroje diseños que efectivamente impacten al problema. Somos miembros de la organización "La Venezuela que todos queremos", que han venido motorizando Werner Corrales y Tania Miquilena, y allí hemos sido responsables de la operatividad del consenso referido a reconciliación y paz. No es posible ejecutar las acciones sin los espacios, y allí se articulan las relaciones con universidades, Iglesias, colegios y otras ONG. Nuestro principio es que solos nada se logra.

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