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sábado, 28 de abril de 2012

FAN degradada


LUIS CHUMACEIRO - Tal Cual

El venezolano está interesado en los conflictos políticos de los otros pueblos. Se cree transnacional, universal y trascendente, más allá de sus propias fronteras. Somos hijos de Bolívar; en consecuencia, sus herederos políticos. Son pocos los que han salido a guerrear, en la historia de la humanidad, para liberar a los demás.

Un ejército concebido para derramar sangre por todo un continente sin pretender la conquista de territorios es algo inconcebible. Pero los militares venezolanos salieron desde 1818 para regresar en 1830 después de liberar a Colombia, Ecuador, lo que hoy es Panamá y, aunque a algunos peruanos no les guste que se les recuerde, a Perú. También, entre Bolívar y Sucre, montaron un país llamado Bolivia.

Tomar la decisión de ser militar, en Venezuela, tiene que ver con esa historia. No me imagino que un muchacho de 17 años aspire a ingresar a la academia para convertirse en capo del narcotráfico, cobrador de coimas, vender gallinas en cualquier Mercal o ser el anda ve y dile de aventureros que se enriquecen a costa de las necesidades y futuro de su pueblo.

Paradójicamente, el comportamiento cívico del militar es la clave del respeto que se merecen de los civiles. Esos mismos militares que liberaron Colombia tuvieron que regresar con la cabeza gacha, aunque el batallón Callao demostrara en Bogotá que todo un ejército no podía con un núcleo de venezolanos decididos y preparados para la guerra. A pesar de todas sus victorias, el hecho de dar el golpe de Estado y quebrar la pobre institucionalidad colombiana les ocasionó el desamor de sus hermanos.

Cuando los que se habían ido para independizar a Venezuela regresaron, no fueron bien recibidos por sus coterráneos.

Los diputados del Congreso Constituyente de Valencia temían que fueran un peligro para la creación de una Venezuela diferenciada y autónoma. En el Acta 85 de la sesión secreta del 10 de julio de 1830 consta que el Congreso tuvo conocimiento de la proximidad de varios batallones y la Columna de Occidente a la ciudad de Valencia provenientes de Colombia. Ante la desconfianza por la posibilidad de un ataque contra el país, se les prohibió salvo el caso de la Columna de Occidente el ingreso a la ciudad en posesión de sus armas.

Mariño se dio por enterado de la comisión para desarmar los batallones Rifles y Granaderos: "Dolorosa en extremo ha sido para mí esa medida de extraordinaria desconfianza, que ningún temor fundado autoriza (...) Yo celebro que el Gobierno haya cometido la ejecución de esta desagradable medida al Sr. General Conde.

Más duro que la muerte me habría sido la necesidad de llevarla a efecto; y dudo en este momento, que la persuasión en que estoy, de que ella va a causar funestos efectos a la patria, no hubiera combatido y hecho vacilar mi ciega y constante sumisión a las disposiciones del Gobierno". Y solo es una parte de la comunicación del Secretario de Guerra y Marina de Páez. Sin embargo, se impuso la autoridad civil y, a pesar de la amenaza velada de Mariño, los cuerpos fueron desarmados y reestructurados.

Ese fue un ejemplo de cómo se destruye una institución. Otro ejemplo es Aponte. La gente se pregunta, si Aponte es un delincuente: ¿Qué calificativo merecen todos los compañeros de Sala que firman con él las Sentencias? ¿Se hicieron los locos? Del lado militar, ¿son todos los generales de la misma catadura? ¿Ese es el militar que forman en la FAN? Coincido plenamente con el Gobierno.

Este criminal merece el peor de los castigos, entre ellos que sea juzgado por la misma Justicia que ayudó a crear. Debe ser extraditado. Me parece apropiada la medida de degradarlo por traidor a la patria, arrancarle las charreteras y que después los cadetes le den la espalda en señal de asco.

Lo único que me pregunto es si los moralistas rojos harán lo mismo con los otros generales que dirigen el narcotráfico en Venezuela. Apúrense, antes de que el Cartel de los Soles termine ejecutándolos a ustedes.

luischumaceiro@yahoo.fr 
@luischumaceiro

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