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sábado, 31 de marzo de 2012

La ley de la vida


Tal Cual

El tiempo que nos queda es corto, la tarea gigantesca Raúl Castro

AMÉRICO MARTÍN

1 Las intimidades de Fidel Castro constituyen secreto de Estado, a menos que el propio caudillo opte por revelarlas. La enfermedad confundida con la ancianidad lo es más porque envuelve el problema del poder y ya se sabe que en las naciones donde se cultiva el mito de la personalidad, la continuidad del mecanismo depende de la inamovilidad del líder. Si esa pieza cae, caería el zigurat de piezas de dominó.

Esta verdad, apodíctica digamos, pareció quebrarse cuando Raúl asumió todos los poderes garantizando ¿garantizando? que el sistema no zozobrara. El drama del sucesor comenzó cuando tomó conciencia de que nadie sino él podía ocupar el crítico solio del caudillo, y que nadie sino él podía intentar destruirlo para edificar algo nuevo, más racional, sobre sus escombros. Si eso fuera posible, claro.

En noviembre de 2005 Fidel denunció en la Universidad de La Habana que la revolución estaba en peligro, el capitalismo podría regresar, una perestroika cubana se perfilaba en el ambiente y había que combatirla. La alusión a Raúl y a la burocracia reformista era translúcida, pero la enfermedad debilitó su capacidad de frenar la reversión, y más tarde los reformistas depuraron gobierno y partido de "delfines de Fidel", al punto que, resignado, el cansado y vencido timonel terminó por apoyar los lineamientos preparados por Raúl al VI Congreso del PCC; aquello que había denunciado en el Aula Magna de la Universidad. Turbado, levantó su brazo indeciso y aprobó la entronización de Raúl y el imperio de sus sospechosos anuncios Esa es la Cuba que visitó el Papa Benedicto XVI. Quien no perciba la relación de su viaje con la tensa transición que iba a encarar, podrá inclinarse a creer que el Pontífice lo que quería era satisfacer una frívola curiosidad de anciano: ¡cómo despedirse de la vida sin ver la Cuba de Fidel! Como no sería apropiado el viaje papal a una sola plaza ¡que México lindo completara la agenda del rebuscado capricho! La visita del Pontífice fue, por supuesto, mucho más seria y justificada que todo eso. Sigamos...

2 Cuba entró en un proceso de curso incierto que podría llevarse todo al diablo. Raúl es el jinete celestial del rebaño de mil bestias que nos cantara Pedro Vargas. El caballo lo derriba o el jinete lo amansa, sólo que pagando el precio de convertirse en otro Den Xiaoping. Ha propuesto reformas más audaces de lo que la desconfianza admite. Sigue la ruta de muchos otros hacia el ominoso mercado. Para no agitar a su polvoriento partido asegura que apenas se propone "actualizar el socialismo".

Hay una parte oscura en el tránsito que desde hace tiempo había meditado. El plan enfatiza la ampliación del sector privado, la reducción brutal de las abultadas nóminas, la eliminación de subsidios, la reforma tributaria y fiscal. Las medidas anunciadas son de una drasticidad terrible. Es una terapia de shock que deja muy atrás todo lo que se le reprochó a los programas latinoamericanos de ajuste. De la manera más edulcorada posible lo dijo Raúl en diciembre de 2010: "Si mantenemos plantillas infladas y pagamos salarios sin vinculación con los resultados no podremos impedir que los precios se desborden....algunos analistas calculan que el exceso de plazas sobrepasa el millón" La masacre comenzó en la Industria Azucarera, Agricultura, Construcción, Salud Pública y Turismo. El objetivo es despedir a 1.300.000 almas (¡25% del total!) ¿Adónde irán? Al sector privado. En cinco años el 50% de los cubanos trabajará en él.

En la Cuba de Raúl la palabra de orden es "privatización"

3 ¿Pero qué tiene que ver con eso el Papa? La pregunta debió consumir muchas reuniones de trajinados especialistas del Vaticano. Debieron considerar que era una oportunidad de oro para contribuir a colocarle el epitafio al comunismo y fortalecer la Iglesia en un ambiente hostil. Raúl necesitaba un interlocutor creíble para que su esfuerzo no sucumbiera. ¿Y cuál mejor que una institución espiritual de dos mil años, diestra en el manejo de situaciones parecidas? La aproximación no fue brusca a lo Chávez. Fue calculada a lo Raúl. La Iglesia, a su vez, no da puntada sin dedal. Las reformas del sucesor parecían ambivalentes: apertura económica sin apertura política, como lo reclamaban la disidencia, el mundo democrático y dirigentes del propio Partido Comunista, cada vez más desenfadados en sus críticas.

"Calma" llegó y dijo Benedicto XVI.

Sus tiempos no son los de la impaciencia.

El logro debe ser profundo y bien labrado.

A Raúl debía convenirle que una Iglesia fuerte lo protegiera de desmesuras, a cambio de concesiones graduales. Cuando el cardenal Jaime Ortega entró en negociaciones con Raúl, José Ramón Machado Ventura, segundo al mando, primer vicepresidente del Consejo de Estado, se reunía en el Vaticano con Benedicto XVI. No se trataba de diplomacia circunstancial de Ortega. Sus pasos estaban siendo dictados por el Vicario de Cristo.

El Papa polaco, Juan Pablo II, fue decisivo en la transición del comunismo a la democracia, cosa que no hubiera logrado sin el enorme arraigo del catolicismo en Polonia, uno de cuyos frutos fue el sindicato Solidaridad. Sangre corrió, pero no llegó al río. En 1981 el Partido Comunista fue derrotado en pacíficas elecciones.

Porque así como el socialismo es el camino más largo para llegar al capitalismo, las elecciones pacíficas son el camino más corto para vencer a los violentos.

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