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domingo, 5 de febrero de 2012

Carabobo: “Gritos de estudiantes aún retumban en mi memoria”

En el barrio Canaima de Valencia se vivieron momentos de mucha tensión. (Foto El Carabobeño)

Darío Sánchez
El Carabobeño


El 4 de febrero de 1992 los habitantes del sector Canaima, al sur de Valencia, fueron testigos de sucesos que quedaron grabados en su memoria para siempre. En esta comunidad fueron asesinados por la Policía jóvenes estudiantes que se unieron al levantamiento militar que intentó derrocar el presidente Carlos Andrés Pérez.

Saturna Carrillo resume en una palabra lo vivido esa mañana del 4 de febrero de 1992: “Una pesadilla”. Confiesa que los gritos de estudiantes suplicando no morir aún retumban en su memoria.

Carrillo recuerda que momentos previos a las muertes, un policía se le acercó pidiéndole que ingresara a su casa y se refugiara porque por ahí venían los insurgentes. “El oficial ya sabía lo que pasaría, me dijo, métase para adentro que lo que viene es plomo”, relató. “Mientras estaba dentro de la casa lo que se escuchaba eran muchachos decir: ¡No me maten! y a otras voces responder: ¡dispárenles, maten a esos parásitos!”.

Una emboscada

Luis Conejero recuerda la fecha como una emboscada. A las matas de mango y cambur que poblaban toda la calle Murachí, se les sumaron tanquetas y camionetas negras. En el medio de éstas, los estudiantes que habían bajado del autobús de la Universidad de Carabobo. “Fue un viernes. Los aviones F-16 pasaban tan cerca de las casas que su sonido estremecía las ventanas. La Policía estadal arremetió contra los estudiantes, recuerdo que dos murieron en la calle San Juan”.

Una fuerte explosión (aún mayor a las ráfagas de las UZI) se oyó en las calles. Una granada explotó matando a un grupo de policías en el tiroteo. “Estando dentro de la casa sentimos que una bomba había explotado. Al salir, vimos a los uniformados muertos por los árboles”, especificó.

Para quien tenía 25 años cuando ocurrieron estos acontecimientos, la “matanza” no terminó el 4 de febrero. El Ejército, apoyándose en el toque de queda decretado en la mañana siguiente, continúo asesinando en el barrio y en todo el país, recordó Conejero. “El que salía lo mataban, así no más”, sentenció.

Dos décadas no han sido suficientes para desvanecer el recuerdo de quienes conocieron a Columba Guadalupe Rivas, José Zerpa Miotta, Gilberto Peña y Angel Ruiz, los cuatro estudiantes asesinados durante la insurrección.

Ambos testigos coinciden que el rol de las Fuerzas Armadas y de la Policía ha cambiado desde esa época. Consideran que hoy en día no existen motivos que pudieran recrear un escenario similar al vivido en 1992. “No creemos que hayan condiciones para que exista otro levantamiento de ese tipo. El pueblo es quien siempre pierde”.

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