ATENCIÓN USUARIOS DE ARAGUA SIN MIEDO

La computadora desde donde actualizamos la página web de la organización y publicamos los anuncios de los eventos está dañada desde la mañana del domingo 12 de marzo de 2017, por lo que les informamos que haremos una pausa técnica en la actualización mientras resolvemos los inconvenientes. Gracias por su atención!!!

sábado, 21 de enero de 2012

María con trapo rojo

GREGORIO SALAZAR - Tal Cual

Si los venezolanos fuéramos serios, responsables y previsivos, luego de haber oído el mensaje presidencial a la Asamblea, deberíamos estar clamando por el cierre urgente de nuestras fronteras. Pero seguimos desapercibidos, como si nada.

Por favor, no seamos irresponsables.

¿Qué es lo que queremos? ¿Que sobre este territorio paradisíaco se vuelque una oleada humana como la que se lanzó sobre California entre 1848 y 1855 cuando la Fiebre del Oro? ¿Que se desate el caos urbanístico, la superpoblación, el hacinamiento y que los torrentes de leche y miel vuelvan a ser insuficientes? ¿Por qué nos exponemos tanto, justo cuando del mundo que se desbarrancó por irse tras el capitalismo apenas queda una imagen así como la última escena de El Planeta de los Simios: una orilla de playa y la Estatua de la Libertad lanzada a la cuneta? Y nosotros incólumes.

La cosa no es juego. Y el riesgo de una avalancha inmigratoria semejante será tanto mayor si en el exterior han visto esa extravagante imagen del orador blandiendo un lingote de oro puro. ¿Por qué tuvo que traerse ese modesto pisapapeles de su escritorio presidencial? Fue un desliz, una ostentación innecesaria, sí, pero perdonable, toda vez que si de algo ha dado prueba a lo largo de los años es de una humildad incontenible. Y así se volvió a mostrar en este pasaje de su mensaje anual: "Y si algo habría que reconocerle cuando seamos polvo de la sabana y de los caminos (a pesar de que hoy los caminos están vueltos polvo), a esta revolución yo le reconocería en primer lugar haber logrado de nuevo la independencia nacional". (Aplausos) Valga aclarar que no es el único de los líderes mundiales de la actualidad adornado por virtudes de esa naturaleza. Él mismo se encargó de recordarnos que el presidente Ahmadineyad es un tipazo, una miga de pan, lo más alejado a un fanático. Que niegue el Holocausto y jure borrar del mapa a Israel, con sus siete millones de habitantes, no quiere decir que no se pueda jugar con él una amigable partida de bolas criollas. Hay que estar equipado, por supuesto, con un buen juego de bolas criollas. Para decirlo, o sea.

Seamos, entonces, conscientes y agradecidos, pues además de la libertad, la paz y el progreso asegurados por un chorro petrolero de 400 años se nos da de ñapa un viernes super divertido. Es así: cuando uno oye a un orador que es capaz de enhebrar un discurso en el que figuran alternativamente Zaratustra y Joselo, Camdessus y Vitico, Aristóteles y Pedro Carreño, el tiempo se le pasa rapidito, así la monserga dure más de nueve horas. Allá los tuiteros impacientes que comenzaron a hacer apuestas. El debate en esa red se dividió en dos toletes: los que decían que el discurso terminaría cuando tuviera que comenzar Aló, Presi
dente y los que apostaban a que el Aló...

no sería transmitido porque habría una cadena con la repetición del mensaje anual.

Todo se iba desarrollando a pedir de boca. El jefe se mostraba magnánimo. Hizo carantoñas a varios opositores asegurándoles que los sigue queriendo, a pesar de los grandes errores. Hablaron sin los límites de tiempo que les impone el odioso Reglamento y además, gracias a él, sin ser expuestos a las chiflas y pringuitas de las barras. Todo perdón y todo reencuentro son posibles, como lo han hecho el cardenal Obando y Daniel en Nicaragua, como lo hicieron Pancho y él después del episodio de aquella gallina tan cobarde, y hasta hubiera podido agregar: ­¿Recuerdas, Pancho, que esa gallina nos la comimos después en un sancocho el día que hicimos las paces? ¡Y gorda que estaba la condenada...! Lo que uno no se explica es cómo estando el jefe rodeado de tanto babalao, tanto adivino y clarividente, ninguno haya reparado en la fecha escogida para dar el discurso: un viernes 13. El maléfico 13, mano.

Fíjense que cuando creíamos que Concepción era el único que lo había retado y superado, ahí está: no ha podido entrar al anhelado templo de Cooperstown.

Cuando retrocedemos la película, nos damos cuenta de que la suerte del orador estaba echada desde antes de comenzar su maratónica perorata. Fue en el momento cuando al entrar saludando a los parlamentarios, vino María muy sí señora a decirle que muy pronto tendría que entregarle la banda y lo que algunos, no sé si con mala intención, llaman "los arreos presidenciales".

Que el gran diestro y dueño de la plaza ­que de paso está como un toro­ embistió ese trapo rojo es evidente. Que por más que se batió sobrancero no pudo desprenderse de esas banderillas negras está demostrado. Y cuando quiso revertir la suerte embistiendo con sorna, se encontró con un muy bien plantado estoque.

Usted se ha dedicado a expropiar, que es robar...

¿Robar? ­Sí, robar.

Lo que ha perdurado no es el verbo, sino el sustantivo de quien ejerce la acción.

Y allí lo lleva, rotulándole el pecho como un herraje. Ni él ni sus parciales encuentran todavía la explicación de cómo en medio de tan magnífica faena, el portentoso Arañero salió arañado. O sea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario