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viernes, 20 de enero de 2012

Adivinado al Jefe

Tal Cual Digital

El cambio de rumbo que se anuncia es una oportunidad para quienes lo quieren y para quienes tienen dudas o se le oponen, pero no dependerá de adivinar lo que quiere un jefe sino de la decisión de la mayoría, respetando a los que difieran, porque en nuestra Venezuela cabemos todos

Alberto Lovera

El esquema jefepueblo sin instancias intermedias es una tragedia no sólo para la democracia sino también para los operadores políticos del oficialismo.

Tienen que estar adivinando lo que quiere el Jefe, que va cambiando las señas sin que sus acólitos puedan interpretar sus deseos que van mutando sin una agenda definida.

Con frecuencia hemos visto cómo los militantes del partido-Estado creen interpretar a su caudillo y son desautorizados por él.

Arremeten contra los opositores y el Jefe les dice que están en fase de conciliación; los tratan con manos de seda, creyendo que eso es lo que quiere el que los señorea, pero también son censurados.

No escucharon el Aló Presidente que era, o ya es otro. Tovorov, un filósofo búlgaro, en su libro La experiencia totalitaria, describe una experiencia similar de los seguidores de la dictadura soviética. "Stalin deja siempre sus intenciones planeando en una ola de incertidumbre.

Habla con firmeza, pero siempre deja la puerta abierta a diversas interpretaciones, o cambia rápidamente de opinión. Sus interlocutores, que tiemblan ante él, hacen lo que pueden para adivinar el sentido último de sus palabras, pero nunca están del todo convencidos de haberlo conseguido (...).

Los subordinados intentan ejecutar las órdenes del amo, pero éste anula sus directrices, las reformula una y otra vez, hasta el punto que nunca saben exactamente a qué atenerse. Por eso se sienten doblemente culpables, porque son tan ineptos como poco inteligentes (...).

Estos cambios constantes en la estrategia los privan de toda certeza y hacen que aumente su dependencia del jefe".

Se había dicho que la consigna central era "Patria, socialismo o muerte" (aunque en la intimidad, algunos le habían agregado, "preferiblemente natural"), pero después dijeron, tras la enfermedad del Comandante, no, lo de muerte era jugando, patria, socialismo y vida. Cambio de señas sin anestesia.

Desdígase de lo que dijo, el Jefe se lo pensó y eso ya no vale. Amén, pero no deja de generar incertidumbre entre los seguidores.

Si la fuerza del cambio sigue progresando y logra el triunfo el candidato de la unidad democrática que la gente decida en las elecciones primarias, no sólo habrá un gobierno incluyente que no pedirá fidelidades políticas para atender a los ciudadanos, también rescatarán su soberanía los que se opongan al nuevo gobierno, ya no tendrán que adivinar lo que quiere el Jefe, podrán deliberar y decidir y saber cuál es la opción que escogieron, sin sorpresas de una arrebato de un caudillo.

El cambio de rumbo que se anuncia es una oportunidad para quienes lo quieren y para quienes tienen dudas o se le oponen, pero no dependerá de adivinar lo que quiere un jefe sino de la decisión de la mayoría, respetando a los que difieran, porque en nuestra Venezuela cabemos todos.

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