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viernes, 2 de diciembre de 2011

Nueva diplomacia

Tal Cual Digital

Para los habitantes de Caracas se hace cada día más evidente que nuestra ciudad será la sede de un gran acontecimiento internacional como el Celac, así estemos muy poco enterados de lo que se trata, sobretodo, en las deterioradas calles, las penosas colas, se vive a la expectativa que ocurrirá

OSWALDO BARRETO

Por una vez, la opinión de la mayoría de los caraqueños coincide con la que difunden medios de comunicación de América Latina y del Caribe en lo que respecta a la realización de un acontecimiento político de tan incuestionable importancia como es precisamente la Cumbre de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) Así, para los habitantes de Caracas se hace cada día más evidente que nuestra ciudad será la sede de un gran acontecimiento internacional, así estemos muy poco enterados de lo que se trata.

Pero por carteles, vallas y volantes, por el súbito remozamiento de nuestras vetustas y deterioradas calles y, sobre todo, por las penosas trancas, vivimos a la expectativa que ocurrirá. Y si consultamos diarios de Colombia, Brasil, Argentina o Uruguay ­para no citar sino aquellos a los que más frecuentemente acudimos­, pues encontramos que no se menciona a la cumbre y a la ciudad donde tendrá lugar, sino como ocasión propicia para el encuentro del presidente Chávez con el presidente de cada uno de los países mencionados. Coincidimos, entonces, en ver los árboles, pero no el bosque.

Coincidencia banal, sin duda, pero que no carece de significado: no sabemos de qué nuevos problemas se ocuparan los jefes de nuestros Estados, o cuáles serán las nuevas maneras de ver estos problemas pero a todos se nos hace evidente que esta cumbre será ocasión para que Chávez se meta de nuevo con lo que nos afecta de muy cerca: El aseo urbano y el tránsito en nuestro caso. Las ayudas, intercambios y tratados entre nuestro país y cada uno de los otros 32 países que conforman la América, sin los países del Norte. Tales son los árboles, raquíticos o frondosos, que, junto con muchos otros, conforman el bosque.

Pero este bosque existe. Se trata, ni más ni menos, que de un trascendental acontecimiento diplomático, destinado a influir y hasta determinar en buena parte la política exterior de cada uno de los Estados participantes y las formas de convivencia e intercambio entre ellos. Tal será, pensamos, el significado primordial de esta cumbre para todos los Estados que en ella participan.

Pero para Hugo Chávez, a juzgar por lo que ha sido su participación en los preparativos de esta conferencia (entre los cuales nos atreveríamos a colocar la celebración justo la víspera del encuentro con el presidente Santos de Colombia) y por el trato igualitario y sin preferencias de ningún orden que dispensa a cada uno de 32 jefes de Estado que han venido al encuentro, esta Cumbre no solo tiene ese significado, sino que él quiere darle otro, absolutamente propio. Chávez quiere significar con su conducta (continuidad de la que mostró en sus conversaciones con Santos) que de aquí adelante practicará una diplomacia democrática. Aquí, en esta cumbre del Celac, pareciera que él no trata de imponer ni unas ideas, ni un sistema económico.

Exactamente lo contrario de lo que hace dentro de nuestras fronteras. ¿Se tratará de verdad de una nueva democracia o será, como ya lo dijimos en esta columna, una posición más del chavismo, susceptible de ser modificada en cualquier ocasión?

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