Bulevar Constitución repleto de compradores. (Foto Mauricio Centeno)
Leimar García Luzardo
El Carabobeño
Las compras a última hora no dejan de ser costumbre en los venezolanos. Las calles del centro de Valencia se convirtieron en aceras, la afluencia de personas y la ubicación de los buhoneros, obligó a los ciudadanos a compartir los casi tres metros de ancho de la calle con los vehículos y vendedores ambulantes.
Con bolsas y paquetes en mano, los transeúntes debían estar atentos de los vehículos que pasaban a pocos centímetros de sus cuerpos. Pues los vendedores informales intentan vender la mercancía de todas las formas posibles, colocando a los maniquíes en la gran parte de la calle.
La calle Girardot y el Bulevar Constitución estaban tan colapsados que los vehículos no podían transitar adecuadamente. Siendo los compradores los que fungían de fiscales de transito, para así evitar arrollamientos.
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