Aunque no existen cifras concretas sobre el número de fallecidos, se habla de decenas de miles de personas muertas
AGENCIAS / TAL CUAL DIGITAL
El hambre que azota a cientos de miles de personas en el cuerno de África, a causa de la sequía y de los conflictos armados, va para largo, afirmó ayer la subsecretaria general para Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), Valerie Amos.
"Esta no va a ser una crisis corta. La ONU y sus socios esperan estar haciendo frente a esta situación, al menos durante los próximos seis meses", advirtió Amos en una intervención en Ginebra.
La responsable de tareas humanitarias de la ONU habló en el marco de una reunión especial del Consejo Económico y Social de la ONU (Ecosoc) convocada para abordar la situación humanitaria en Somalia y en la que también participó el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), Antonio Guterres.
Naciones Unidas, que este miércoles declaró oficial la situación de hambruna en dos regiones de Somalia, no tiene cifras concretas sobre el número de fallecidos y habla de "decenas de miles de personas ya muertas y de cientos de miles de personas que pueden estar muriendo de hambre", según la descripción que hizo Amos.
La ONU no puede conocer las cifras exactas porque no tiene acceso a amplias zonas del centro y el este de Somalia, especialmente las que están bajo el dominio de la milicia islamista de Al Sahaab.
Pero sí sabe que en el cuerno de África hay 11,5 millones de personas "que necesitan asistencia urgente": 3,7 millones en Somalia, 4,5 millones en Etiopía, 2,4 millones en Kenia, 150.000 en Yibuti "y potencialmente muchas más en Eritrea", dijo Amos.
"Esta es la peor crisis alimentaria en el mundo y los números no hacen más que empeorar", aseguró la representante de la ONU, que lamentó la falta de compromiso donante de muchos países.
Amos explicó que desde junio se ha conseguido hacer llegar comida a 324.000 personas entre la ONU y varias ONG, pero consideró imprescindible que estas organizaciones puedan actuar con garantías de seguridad en el interior de Somalia para paliar la catástrofe y frenar de una manera eficaz el flujo de refugiados.
En este mes de julio, la media diaria de somalíes que llegan al campamento de Dadaab, en el norte de Kenia, es de 1.300, el 80 % mujeres y niños que llegan en estado muy precario.
Dadaab, con 380.000 personas ya instaladas y otras 26.000 personas esperando registro, es el campamento de refugiados más grande del mundo, "la ciudad más grande de Kenia, por detrás de Nairobi y Mombasa", en palabras del máximo responsable de ACNUR.
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