ALEJANDRO BOTÍA
de Debates Tal Cual
U na transformación radical parece haber obrado durante las últimas semanas en el Presidente de la república, quien de la omnipresencia mediática, la viceralidad discursiva, y el radicalismo ideológico que lo caracterizan, ha dado paso a una discreta abstinencia televisiva, llamados cordiales al diálogo político y hasta muestras de elogio con la oposición. ¿A qué juega Chávez? La primera pregunta que asalta la mente de analistas, políticos y opinadores, apunta a la naturaleza de este viraje que ha desconcertado a más de un incauto.
Frente a la ola de expropiaciones, la ofensiva legislativa "socialistoide" y las promesas de implantar a corto plazo un nuevo Estado comunal, que caracterizaron al mandatario nacional hasta diciembre, un nuevo hombre ha emergido este año, que da marcha atrás a la implementación de una regresiva Ley de Universidades, promete limitar el ejercicio de la Habilitante que él mismo solicitó por 12 meses, libera a los presos políticos y se sienta a negociar, a través de sus ministros, con los líderes de las protestas en su contra.
Para Ángel Álvarez, director del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Central de Venezuela (UCV), la jugada del Presidente es clara: "Chávez asegura se ha venido moderando en un intento por recuperar a los electores menos radicales, a los moderados, porque sólo con su apoyo podrá afrontar con éxito las elecciones de 2012".
II
Las primeras señales de cambio en la conducta política del mandatario se expresaron durante su mensaje ante la Asamblea Nacional el 15 de enero, cuando propuso un diálogo con todos los sectores nacionales (incluida la oposición) que, si bien no se ha concretado, representa una distancia abismal a su conducta previa, al juego de blanco o negro, de "todos conmigo o todos contra mí".
Las interpelaciones al tren Ejecutivo, pese a la perversión del mecanismo que terminó convertido en un instrumento de auto-propaganda y para apabullar a la oposición, también significaron una señal de apertura después de 12 años en los que el gabinete se limitó a entregar un libro con la memoria y cuenta de cada ministro.
Luego vino la "muestra reina" del viraje oficial: el acuerdo alcanzado con el ministro de Interior y Justicia Tareck El Aissami por parte de los estudiantes universitarios que permanecieron en huelga de hambre 23 días frente a la sede de la OEA en Caracas.
La protesta, cuyos logros ni siquiera fueron reconocidos plenamente dentro del mundo opositor culminó con el compromiso del Gobierno de liberar a siete detenidos considerados por diversas organizaciones de Derechos Humanos, como "presos políticos".
Un detalle que pasó inadvertido entre el propio mundo opositor (donde imperó una mezquindad olímpica y un analfabetismo político proverbial), fue que el Gobierno jamás desmintió a los estudiantes ni desconoció el acuerdo y, hasta ahora ha cumplido con cinco de las siete liberaciones.
Esta actuación, sin embargo, llevó a que chavistas comprometidos denunciaran a través de portales digitales como Aporrea.com que el Gobierno había reconocido la existencia de presos políticos y que desde el Ejecutivo se maneja al Poder Judicial. Para Álvarez, tal disyuntiva no es imprevista ni toma por sorpresa al Gobierno nacional.
III
Para el director del Instituto de Estudios Políticos de la UCV, Chávez se encuentra frente al dilema de perder adeptos entre los más radicales del chavismo a cambio de ganar el apoyo de los moderados e incedisos, pues sabe que sólo con los primeros, no tendrá chance el próximo año.
Álvarez explica que en 2010 el Presidente apostó a la polarización, se aferró a los radicales y perdió las parlamentarias del 26-S. Sólo gracias a la modificación de circuitos electorales, la reducción de diputaciones en Miranda y Carabobo y la eliminación inconstitucional de la representación proporcional, el chavismo pudo mantener una mayoría parlamentaria que no expresa la realidad política actual.
La última encuesta de la firma Varianzas correspondiente a febrero, revela que por primera vez durante el mandato de Chávez, quienes expresan su simpatía política en contra del gobierno y se declaran de oposición (41%) superan a los que se dicen simpatizantes de la revolución (39%).
El estudio de opinión, reflejó además que 52% de la gente se opone a la continuidad de Chávez en el poder más allá de 2012 (frente a 42% que está de acuerdo) y que 88% de la población está convencida de que el gobierno debe dialogar con la oposición.
IV
Estos números serían los que explican la suavización conductual de Chávez quien el 26 de febrero durante la reunión del Consejo Federal de Gobierno convocada para tratar el tema de la seguridad ciudadana, lanzó incluso loas a la intervención del gobernador de Zulia, Pablo Pérez a quien hace sólo 2 años llamaba "des-gra-cia-í-to".
Las encuestas explican también por qué el vicepresidente Elías Jaua salió días después a señalar que la reunión en cuestión era la demostración de que el Gobierno y la oposición pueden trabajar juntos.
Hace apenas unos meses antes la revolución aseguraba que el triunfo opositor nos conducía directo a la guerra.
Todo parece indicar que, una vez más, los cambios registrados en la conducta de Chávez no son conceptuales sino tácticos y que responden a una estrategia para cumplir el principal su objetivo: intentar mantenerse en el poder. Si las cosas no funciona como se espera, volverá a su radicalismo habitual, asegura Álvarez
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lunes, 14 de marzo de 2011
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