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martes, 15 de abril de 2014

Diálogo de los 5 por qué

Tal Cual

Con el tosco estilo que lo caracteriza, el señor Maduro, tratando de adornar con un pueril desplante el paso atrás que las circunstancias le han impuesto, bufó que él había "obligado" a la MUD a dialogar. Solo le faltó batirse el pecho con los puños

AMÉRICO MARTÍN

En cada uno de los 20 tomos del Tesoro de la Juventud, maravillosa escritura de nuestros tiempos juveniles, recuerda mi amiga Paulina Gamus (en rigor "Polina") una sección denominada "Libro de los por qué". Con el socrático método de preguntar y responder, ilustraba como pocos a los jóvenes que tenían la suerte de leerla.

Desde hace mucho tiempo no vi un acontecimiento tan preñado de preguntas como el diálogo finalmente iniciado con la ¿facilitación? ¿mediación? de Unasur y el Vaticano. Vale decir: una de las premisas para el diálogo propuestas por la oposición.

Con el tosco estilo que lo caracteriza, el señor Maduro, tratando de adornar con un pueril desplante el paso atrás que las circunstancias le han impuesto, bufó que él había "obligado" a la MUD a dialogar. Solo le faltó batirse el pecho con los puños.

Resulta que la oposición en su conjunto ha propuesto durante años que en lugar de reprimir y escarnecer, el Gobierno debería sentarse en la mesa a discutir las grandes calamidades que su gestión ha arrojado sobre los hombros de los venezolanos de cualquier bandería o condición social. Todavía resuena en los oídos la nube de tajantes provocaciones del alto poder, especialmente de Diosdado Cabello, jurando que con el fascismo y la ultraderecha no negociarían jamás. A lo sumo lo harían con "la base" opositora. El hecho es que cambió.

–¿Por qué, tratando de convertirese paso atrás en una hueca victoria, dice Maduro que "obligó" a negociar a nadie? ¿Acaso olvida su cerril rechazo a cualquier conversación con "el enemigo"?
–La respuesta es evidente. Maduro va al diálogo porque su modelo naufragó y no puede mover la carreta del Gobierno contra las protestas de según todas las encuestas- más de la mitad de los electores. El hombre tenía dos cartas: destruir a sangre y fuego a los que para consolarse llama fascistas, o dialogar con ellos para evitar el colapso. El terrorismo de Estado no ha servido. Los heroicos estudiantes, más corajudos que los del 28, 58, 2007, no se entregan. Quizá eso lo decidió a aceptar ese diálogo que rechazaba con toda la fuerza de su amenazado corazón. Pero como no resulta fácil hacerle tragar la medicina a sus leales, insulta para compensar los miedos y conjurar las ansias de sus rivales internos.

–¿Qué gana con eso?
–Poco. Los cancilleres, los medios mundiales se percatan del efecto deletéreo de esas contradicciones y penetran más en las interioridades del manicomio del poder venezolano.

–¿Por qué Unasur no ha actuado como esperaba el gobierno?
–Porque descubrió que la única manera de salvarlo era forzándolo a dialogar. Con su insólita ceguera y su lamentable simplismo, el Gobierno suponía que aquellos amigos saldrían en coro a condenar la "conspiración golpista" y he aquí que, mejor informados que los brujos del poder, han actuado hasta ahora conforme a la lógica. Constatan la debilidad y carencia de razones de Maduro, y fuerzan la apertura de un diálogo de "iguales". Cuando el astuto Lula propone un gobierno de coalición, está reconociendo por mampuesto la debilidad de Maduro, más allá de que la idea no sea viable. Tú no puedes solo, chico, abrázate al contrario, parece insinuarle

–¿Por qué la MUD ha aceptado iniciar negociaciones sin que se cumplan las condiciones exigidas por toda la oposición?
–Supongo que porque alrededor del "diálogo condicionado" tendió a reagruparse Unasur con Maduro, quien convirtió el tema en punto de honor. Pero al trasladar las condiciones al punto primero del diálogo, la MUD eludió la argucia, dio una prueba de seriedad y no arriesgó mayor cosa. Quien ahora no tiene excusa para afrontar el tema candente es Maduro. Vamos hombre. ¿Quieres paz? Dale. Liberta los líderes políticos y estudiantiles, desarma tus colectivos ­ellos sí- fascistas-, detén la represión, las infames torturas, las vejaciones, el escarnio. Y si este intercambio no muere al nacer, podría avanzar en la suprema tarea ­con supervisión internacional- de ponerle fin a los exabruptos autocráticos, salvaguardar los derechos humanos y construir un esquema electoral justo y creíble. No es válido el argumento de que con dictadores no cabe hablar. Pregúntenle a Nixon y Mao si al mundo le resultó útil su acuerdo, o a Roosevelt, Churchill y Stalin acerca de su alianza antinazi.

–¿Por qué Maduro afirmó que el diálogo no es para negociar alegando que eso sería traición?
–Ah, elemental. El país está al borde de la ruina y el cotarro interno revuelto por frustrados fundamentalistas y codiciosos rivales preparados para el servicio. Todos miran con recelo sus pasos. Pero si no es para negociar, ¿para qué entonces? Hablemos claro. Maduro quiere negociar ­ojalá pueda lograrlo- tratando comprensiblemente de salir bien, así diga que va a un tea-party. Chávez negoció en 2002. El nombre de entonces era delator: Mesa de Negociación y Acuerdos. ¿Llamarán traidor al semi-dios?

–¿Por qué tanta gente descree del diálogo?
–Porque la represión sigue incólume y el Gobierno se desdice constantemente. Pero más allá de las palabras podrían tal vez prevalecer los hechos. No sé si haya rendijas para la paz, no obstante no hay motivos para descartarlo sin más.

–¿Y si el gobierno se retira dando patadas y gritos destemplados?
–Creo que ante el mundo quedaría más desvestido que sus célebres "colectivos". Quizá la oposición salga con sus emblemas en alto. Si reiterara su disposición a participar en nuevos encuentros de paz, dejará al Gobierno ­para decirlo con Miguel de Unamuno- revestido de silencio, desnudez, quietud y noche.

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