04-03-2017
Oriana Faoro/El Pitazo
Para recordar a sus fallecidos, este sábado celebrarán en el cementerio de Tumeremo una misa de acción de gracias, pero el cura deben buscarlo en el pueblo de El Callao, pues en Sifontes tienen cuatro meses sin sacerdote
“Me encerré seis meses, me tiré al olvido por tanto dolor… Hasta que yo misma me di cuenta que tenía que volver a salir adelante, por mis nietos que quedaron sin padre”.
Anaís Montilla rompió el silencio del duelo que le dejó la “masacre de Tumeremo”, suceso que este 4 de marzo cumple un año de haber manchado de sangre (una vez más) al sur del estado Bolívar. Sus tres hijos, Néstor (30), José Armando (27) y José Ángel (26) Ruíz Montilla, murieron en la matanza que contabilizó 17 cadáveres, tras un enfrentamiento por el control de la mina El Miamo.
Recuerda la incertidumbre de esos días de marzo, en los que pedían a gritos que aparecieran sus familiares desaparecidos en el suceso y que el gobernador Francisco Rangel Gómez daba por falso. Protestaron durante tres días seguidos hasta que el Gobierno nacional decidió investigar. “En ese momento había demasiado dolor, demasiada rabia, yo no podía hablar con nadie. No podía más”.
La Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, anunció el hallazgo de los cadáveres el 14 de marzo, y ya para el 16 los cuerpos habían sido entregados a las familias. La masacre fue confirmada.
Todo Tumeremo conoce a Montilla, una mujer de 53 años con temple de hierro que se ha levantado de la depresión para continuar con su vida y mantener contacto con las 10 familias que perdieron a un ser querido en esa matanza, hecho que el Gobierno no ha sabido reivindicar.
Para recordar a sus fallecidos, este sábado celebrarán en el cementerio de Tumeremo una misa de acción de gracias, pero el cura deben buscarlo en el pueblo de El Callao, pues en Sifontes tienen cuatro meses sin sacerdote.
Un año después de la masacre, la criminalidad sigue imperando en el sur. Solo en las minas de El Callao van más de 10 muertes violentas en lo que va de año. “La masacre nunca ha terminado ni va a terminar. Una masacre de inocentes no se olvida, porque eran inocentes los que murieron… los malandros siguen en las suyas. Ya no creemos en nadie”.
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“Me encerré seis meses, me tiré al olvido por tanto dolor… Hasta que yo misma me di cuenta que tenía que volver a salir adelante, por mis nietos que quedaron sin padre”.
Anaís Montilla rompió el silencio del duelo que le dejó la “masacre de Tumeremo”, suceso que este 4 de marzo cumple un año de haber manchado de sangre (una vez más) al sur del estado Bolívar. Sus tres hijos, Néstor (30), José Armando (27) y José Ángel (26) Ruíz Montilla, murieron en la matanza que contabilizó 17 cadáveres, tras un enfrentamiento por el control de la mina El Miamo.
Recuerda la incertidumbre de esos días de marzo, en los que pedían a gritos que aparecieran sus familiares desaparecidos en el suceso y que el gobernador Francisco Rangel Gómez daba por falso. Protestaron durante tres días seguidos hasta que el Gobierno nacional decidió investigar. “En ese momento había demasiado dolor, demasiada rabia, yo no podía hablar con nadie. No podía más”.
La Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, anunció el hallazgo de los cadáveres el 14 de marzo, y ya para el 16 los cuerpos habían sido entregados a las familias. La masacre fue confirmada.
Todo Tumeremo conoce a Montilla, una mujer de 53 años con temple de hierro que se ha levantado de la depresión para continuar con su vida y mantener contacto con las 10 familias que perdieron a un ser querido en esa matanza, hecho que el Gobierno no ha sabido reivindicar.
Para recordar a sus fallecidos, este sábado celebrarán en el cementerio de Tumeremo una misa de acción de gracias, pero el cura deben buscarlo en el pueblo de El Callao, pues en Sifontes tienen cuatro meses sin sacerdote.
Un año después de la masacre, la criminalidad sigue imperando en el sur. Solo en las minas de El Callao van más de 10 muertes violentas en lo que va de año. “La masacre nunca ha terminado ni va a terminar. Una masacre de inocentes no se olvida, porque eran inocentes los que murieron… los malandros siguen en las suyas. Ya no creemos en nadie”.
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