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viernes, 8 de marzo de 2013

Socialismo

Tal Cual

"Siempre ha tenido el hombre potestad/ De nuevos giros cada época acuñar./ Las palabras como hojas muertas caerán/ Y al siguiente año otras nuevas brotarán"

CANTÓRBERY CUEVAS

Hace algún tiempo comenté en estas páginas la polémica que abrió Les Temps Modernes a mediados de los ochenta recientes a propósito de la pertinencia del término socialismo referido a una sociedad más justa y libertaria que todas las conocidas hasta entonces, dado el fracaso en tal sentido del socialismo-comunismo el siglo pasado. Creo recordar que le tocó al entonces director de la revista, Claude Lanzmann, quebrar lanzas a favor de la revisión.

A la verdad, se me escapa el resultado del debate, lo que no descarta su pertinencia actual. El comunismo falleció tal que fue concebido originalmente, llevándose en los cachos la vía para alcanzarlo, el propuesto socialismo de Estado.

Hubo un momento cuando era admitida, incluso entre biempensantes, la validez de ciertos postulados de éste, comprendido el de un jefe absoluto liderando partido y revolución. Stalin, Mao o Fidel eran por otra parte unánimemente considerados de izquierda ­de izquierda radical- sin discusión.

Hoy las cosas han cambiado y es evidente que el mestizaje entre procesos de cambio y control único encierra una carga reaccionaria que a la larga cobra peaje y conduce al infortunado desenlace conocido. Cabe anotar por cierto que, en el caso de los tres ejemplos citados, junto al líder cohabitaba un partido el cual, si bien sometido a éste, tenía suficiente coherencia propia como para sobrevivirlo.

Ello conllevaba a que luego de desaparecido el timonel la maquinaria siguiera vigorosa o al menos malfuncionando. En Venezuela, acaso a causa del lecho de Procusto que es para las revoluciones la democracia moderna, no se ha construido ese partidocorrea-de-transmisión, sino uno electoralista.

La acumulación de vicios teóricos e incompetencia práctica en la gestión de poder está provocando con retraso la discusión referida, incluyendo a asiduos al régimen. Un entrañable amigo del sector se preguntaba recientemente si en efecto no habrá que suprimir el nombre socialismo.

Y otro muy destacado, recalcitrante hasta hace poco -no mencionaré su nombre para obviarle problemas- , si lo más razonable entonces no será ¡ay! una solución de tipo escandinavo. El previsible quiebre integral, seco y sórdido, de estos tres lustros de gobierno ante un eventual vacío absoluto de mando único, permite suponer un estallido social ingobernable, para cuyo abordaje ya es demasiado tarde ese debate.

El único llamado oportuno y valiente al respecto que yo recuerde, en el bolivarianismo, es el de Edgardo Lander de 2006-2007 en su descarnada crítica al socialismo del siglo XX y al propuesto oficialmente para el XXI, hecha en subsiguientes entregas accesibles en aporrea.org.

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