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lunes, 4 de marzo de 2013

Control de cambios

Tal Cual

Cuando existe un control de cambios la moneda nacional no resulta convertible, puesto que la libertad para cambiarla por divisas queda limitada por los requisitos que establecen las autoridades

HÉCTOR SILVA MICHELENA

Es el sistema mediante el cual el Estado ejerce control sobre todas (Venezuela) o buena parte de las transacciones en moneda extranjera, influyendo directamente en la balanza de pagos. Los controles de cambios pueden afectar sólo a las transferencias de capital o ejercerse también sobre la compra de bienes y servicios.

Cuando existe un control de cambios la moneda nacional no resulta convertible, puesto que la libertad para cambiarla por divisas queda limitada por los requisitos que establecen las autoridades.

Los gobiernos establecen controles de cambio y de precios para impedir la devaluación y la inflación; para impedir, con fines nacionalistas, la entrada de inversiones extranjeras; para evitar la fuga de capitales y, en muchos casos, para ejercer una discriminación sobre las importaciones.

Así pueden fijarse paridades fijas para la compra de ciertos tipos de bienes ­alimenticios, por ejemplo­ mientras que otros ­suntuarios­ tienen que comprarse de acuerdo a un tipo de cambio libre o paralelo en el mercado negro, normalmente más altos.

Los propugnadores del control de cambios sostienen que así se abarata el nivel de vida de los sectores de menores recursos en tanto se desalientan las importaciones de los productos no esenciales, mejorando los saldos de la balanza de pagos y evitando la necesidad de proceder a una devaluación de la moneda nacional.

El efecto de estas medidas, salvo cuando se encaminan a corregir desequilibrios de muy corto plazo, es francamente negativo: como se distorsiona la asignación de precios dentro del mercado nacional, y como las exportaciones no se incrementan en la proporción en que lo harían con una auténtica devaluación, los desequilibrios en la balanza de pagos tienden a hacerse crónicos, si no a aumentar, obligando a fijar paridades cada vez más divergentes entre el precio en el mercado controlado y el precio de equilibrio que resultaría de un mercado libre.

Los desequilibrios se acumulan y, en definitiva, como lo muestra la experiencia latinoamericana durante las dos últimas décadas, se hace necesario proceder a las llamadas macrodevaluaciones, con lo que se producen bruscos aumentos en los precios internos que perjudican aún más a los consumidores de menores recursos.

Esta es la aberrante situación en Venezuela creada por el Gobierno con fines fiscalistas, aunque la medida se quedó corta ante la alta inflación. Una sana devaluación debe ir acompañada de un conjunto articulado de medidas fiscales (la calidad del gasto público: más inversión), monetarias (tipos de interés, encaje legal), salariales (libre contratación y movilidad) y arancelarias.

Muy poco de esto se hizo aquí. La creación del Órgano Superior para la Optimización del Sistema Cambiario, lejos de optimizarlo, hará más restrictivo e ineficiente al sistema. Al carecer de un modelo de optimización, la asignación de divisas será arbitraria.

Nefasta.

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