El país de hoy exhibe grandes déficits y problemas que requieren intervenciones urgentes. Basta con la inseguridad y el estado de la infraestructura nacional para tener a un gobierno normal ocupado por tres años
CARLOS DÍAZ
Si a ello se le suman crisis como la del sector salud, y la obligación de reactivar la economía y enmendar las relaciones internacionales, la pregunta natural que surge es: ¿quién en su sano juicio quiere ser el próximo presidente de Venezuela? Sin embargo, casi siempre, la mejor manera de avanzar y solucionar un gran problema, sin volverse loco, pasa por resolver pequeños escollos que hacen parte de ese mismo gran problema. Tal como están las cosas en el país, existe un número contado de medidas que pueden ser activadas en forma rápida para cosechar resultados igualmente rápidos.
Sin duda, el candidato opositor incluyó en la presentación de su plan de gobierno para los primeros 100 días muchas de estas políticas que, por combinar su impacto y facilidad o rapidez de implementación, pueden ser considerados como mangos bajitos.
Estas medidas incluyen un ataque frontal al problema de la inseguridad, el cual se asoma como una de las prioridades a atender por su gobierno. Además contempla mejorar las condiciones salariales y de empleo de los trabajadores en mayor riesgo (jóvenes, mujeres y adultos mayores), un plan de inversión en construcción, y reforzamiento de los programas sociales de alto impacto, con especial énfasis en alimentación y vivienda.
Sumada a estas medidas, considero que hay otros "mangos" que tienen menor visibilidad política pero que son igualmente importantes para ayudar a resolver la difícil coyuntura que atraviesa país. El próximo gobierno debe mejorar las condiciones bajo las cuales el país hace negocios con el resto del mundo. Esto se puede lograr reduciendo el costo de hacer negocios con Venezuela (que a su vez implica disminuir la corrupción, abaratar trámites y simplificar el papeleo y los permisos), y también el costo al cual nos endeudamos afuera.
Disminuir la corrupción y la complejidad de los trámites puede tomar bastante tiempo, pero reducir el costo al que nos endeudamos es un mango bajito. En la actualidad, los bonos venezolanos a 10 años se venden a un rendimiento (YTM) cercano al 11,5% anual. Un nivel de riesgo muy superior al de nuestros vecinos en la región, pero incluso mucho mayor al de otros países que se encuentran en el medio de la crisis europea, como es el caso de España, Portugal e Irlanda.
El alto costo que pagamos al endeudarnos se debe a la percepción de riesgo político que tiene Venezuela. Ese costo tiene nombre y apellido: Hugo Chávez y su negativa a mantener niveles mínimos de transparencia en las cuentas macroeconómicas del país. Una política que retome las relaciones económicas con transparencia, profesionalismo y basada en la mejor experticia disponible es, sin dudas, un mango bajito económico que la dará espacio a las finanzas nacionales.
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