Henrique Capriles ha cumplido 62 días de campaña presidencial. Este es el hombre que encarnó el reto de acabar con 14 años de un mismo gobierno y quien tendrá que asumir el compromiso de liderar un proceso de transición en paz. Todo suena muy racional, pero ¡señores y señoras! Estamos en la folklórica patria donde cualquier campaña electoral es motivo suficiente para hacer que la creatividad criolla se manifieste y se concrete en coloridas expresiones de afecto hacia los candidatos presidenciales.
En este caso, el paso de Capriles levanta pasiones, genera euforia, llanto y hasta desesperación. Los pasillos de la sede del Comando Venezuela, en Caracas, lo demuestran. Sus paredes exhiben los regalos que los venezolanos, espontáneamente, le han entregado. Nada se bota, todo está aquí.
Se trata de obsequios, unos más sencillos que otros, de gente que dedica su tiempo, dinero y creatividad para decirle a Capriles: "Confío en ti". Este es el lado humano de la campaña presidencial que vive Venezuela.
No hay lugar del Comando Venezuela que no tenga una imagen religiosa. "Si llegamos a perder, no será por falta de Santos", bromean en los pasillos. Y es que tantos rosarios, escapularios, imágenes de la Virgen y Biblias regalados reflejan que si algo ha hecho el venezolano es encomendar a Capriles a la fe. La imagen que más abunda es la de la Divina Misericordia. Esa misma imagen que se utilizó en Polonia en 1948 para evitar que el comunismo entrara a las casas. ¿Casualidad? Las expresiones religiosas también se traducen en pinturas, fotografías y esculturas. El poeta Alfredo Armas Alfonzo lo escribió: "Estos son los rostros de la fe" de esa gente que eleva una plegaria, enciende una vela y paga una promesa. Esta vez todos pidiendo que Capriles sea Presidente. Al menos así se siente.
Decenas de Nuevos Testamentos, rosarios de metro y medio, 125 estampitas, 30 escapularios, tres cruces de San Benito, un rosario de los no nacidos, una escultura de San Pascual Bailón y hasta una Virgen del Valle "Radonskiana". Sí, versionaron una virgen con su nombre. Del lado opositor también hay fanatismo. Todo esto adorna el Comando Venezuela.
EL RECORRIDO
Lo que empezó como "una simple decoración" terminó en la humanización de las oficinas desde donde se planifica la campaña presidencial de la Unidad. El artífice de esto es una mujer que prefiere quedar en el anonimato. Asegura que "prefiere trabajar por las instituciones y no por su nombre propio". Su trabajo lo hace con amor y sobre todo con creatividad. Ella sabe lo que hace, no en vano realizó dos postgrados, uno en España de Conservación de Patrimonio y otro en Venezuela en Museología.
Desde estos espacios no solo se ejecutan las principales estrategias políticas de la oposición, sino que en vista del éxito de esta transformación se realizan visitas guiadas de forma improvisada para observar las diversas expresiones de afecto que recibe Capriles. En el recorrido el visitante es recibido por una pancarta verde manzano que se encuentra en el piso 1, que dice "Entre todas las venezolanas, aquí está tu primera dama". Debajo de este anuncio reposa una poltrona que fue bautizado como "el trono presidencial": un sillón de madera tapizado, con adornos en yute regalado por los artesanos de Villa de Cura, estado Aragua.
Cerca, una cachucha tricolor hecha con cabilla y fieltro que mide un metro de largo le da colorido a este espacio. Todo en medio de 23 sombreros de diferentes partes del país. Unos son de pelo de guama otros de fibra de cambur. Aquí también se aprecia el atuendo que usó Capriles cuando arrancó oficialmente la campaña presidencial, desde la Gran Sabana.
Una máscara de los Diablos de Yare tampoco podía faltar. Pero esta mide casi dos metros. Es vistosa y llamativa, tanto como el traje de Los Locos de San Isidro, atuendo que le regalaron los merideños, por ser una de las fiestas que se celebran al sur de este estado.
Todo este colorido escenario cambia cuando se entra al despacho del candidato, ubicado en el piso tres. Aquí no hay adornos, todo es sobrio. Solo un tapiz guajiro con el escudo de Venezuela decora la entrada de la oficina de Capriles.
LO QUE NO SE VE
Hay regalos que no se pueden exhibir por sus características. "Progreso" es el perro mucuchíes que hace poco le regalaron al candidato. La misma raza de la mascota del Libertador Simón Bolívar que se llamaba "Nevado". A "Progreso" no lo regalaron, "todo lo contrario. Está en casa de mi mamá", confiesa Capriles a Tal Cual.
Admite que ha recibido muchos regalos y que el más curioso ha sido "un chivito".
Pero la creatividad no termina allí: a "Progreso" un día le llegó una cama diseñada a su medida para que tuviera donde dormir.
Es uno de esos regalos que llegan de forma anónima y que fue producto de la inventiva del venezolano.
Así como estos regalos también llega ropa sucia y limpia. Hasta boxers... Nada de esto se exhibe en el comando, pero quien recibe los obsequios asegura que todo se lo manda a la mamá, Mónica Randonski. Toallas bordadas con punto de cruz del Zulia también le han mandado, sin contar con las almohadas que tienen su nombre e imagen estampados. El fanatismo se vuelve a hacer presente.
En cuanto a la comida que le llega, todos los que hacen vida en el Comando disfrutan de lo que Capriles recibe. Dulce de lechosa, vino de rosas, tarros de miel y quesos artesanales son algunos ejemplos.
DESPUÉS DEL 7
¿Qué hacer con todo esto después de las elecciones? Es la pregunta de las 40 mil lochas. Esto es una de las preocupaciones de quien decora y organiza los regalos. Unos sugieren que se haga un museo, otros que se ponga en Miraflores y otros en La Casona. "¿Pero, cómo hacerlo si se trata de un candidato que no le gusta que se coloque ni una foto de él por ningún lado?", se pregunta la decoradora. "Mucho menos querrá que se haga un museo con todo esto", afirma.
Sea como sea, esta es la forma que ha encontrado el venezolano de demostrar su apoyo en esta campaña presidencial. ¿El valor? No es el costo, la confianza o fanatismo que se ha dibujado en torno a la imagen de Capriles.
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