El monopolio Ramírez

ELIZABETH FUENTES - Tal Cual

No se crean que voy a "bocarandear" aquí revelando datos exactos sobre a cuánto ascienden la fortuna, los negocios, los biyuyos, las comisiones o los bienes raíces y demás yates de una de las familias más poderosas del país. Que ya no son "nuevos ricos" sino "nuevo-multimillonarios" los que han florecido con su cara muy lavada a costa de explotar una ideología para pobres y pendejos, más anciana que el mismísimo Fidel.

Lo que quiero plantear es más bien eso que llaman una oportunidad de negocios donde los chavistas multimillonarios ­los boliburgueses, los bolichicos, los bolitronos­, que estarán desempleados dentro de poco, podrán entretenerse en sus mansiones en España o Chile y hasta, quién quita, servir como asesores a un costo de...

¿30 por ciento de comisión?, como dicen las buenas lenguas alcanza lo que ahora están cobrando por menear las palancas en las alturas del poder.

La idea es lanzar "Cómo acabar con un país", un juego de mesa que podría convertirse en un Video Game y donde, como en el Monopoly tradicional, se enfrentarán varios jugadores frente a un tablero y el premio mayor será mantenerse en la Presidencia, bien sea de la República o de PDVSA, lo cual es irrelevante.

Explico: cada jugador, armado de su muñequito rojo ­todos los muñequitos serán rojos­, deberá lanzar los dados, avanzará de acuerdo al número y cada casilla donde caiga tendrá su consecuencia. Como en el Monopolio, habrá dos bojotes de tarjetas: unas rojas rojitas y las otras azules azulitas que indicarán "Hay un Camino". Entonces cuando el jugador avance tres casillas ¡zuas!, le mandarán a tomar una tarjeta bien sea roja o azul. Si le toca la roja deberá "expropiar empresas productivas. Avanza tres". ¡¡¡Eso!!! Se emocionará porque significa que la "banca" le dará sus empresitas de juguete y desde entonces él será el dueño y señor de ellas por un ratico. Lanzará los dados otro jugador y ¡juaj!, otra tarjeta rojita lo premiará grandísimo también: "Explota refinería por falta de mantenimiento".

­!Ja, te jodí! ­le dirá a sus contrincantes porque no sólo avanzará como diez casillas de un solo trancazo, sino que semejante azar le permitirá expropiar varias tarjetas del paquetico azul, las cuales, obviamente, están destinadas a "No dejar destruir al país" y cuanto menos grande sea su paquetico con soluciones, más ganarán los rojos rojitos.

Habrá, por supuesto, una tarjeta con la "Cárcel", y otra que los enviará a "Pasar por Miraflores y cobrar en cash", el premio máximo ­aquí podríamos poner una caricatura de Ramonet o Sean Penn­, sólo que en las tarjetas rojas rojitas no habrá ni una sola que te envíe preso porque ésas son exclusivas de las tarjeticas azules, donde te mandarán a la cárcel por cualquier cosa.

Aquí también habrá "Pase por el CNE para que le censure la propaganda" y, peor que ir a prisión: "Ver cadena presidencial completa y retroceda 20 casillas". El único ítem que será igual para ambos colores de tarjetas será: "Te asesina, secuestra o roba un malandro", que en ambos casos los obligará a comenzar el juego desde cero.

Aquel jugador que atesore más negocios expropiados, más finquitas lecheras, el que coleccione más refineritas quemadas, empresitas básicas quebradas, Pedevesitas endeudadas y no haya ido nunca a la cárcel porque "Cobrar comisión por compras de armas" también se considera un premio, pues será el vencedor y terminará el juego cual logotipo del Monopoly: gordo y con los bolsillos llenos de billetes.

(Por cierto, ando buscando un socio que me adelante varios miles de dólares, preferiblemente un testaferro que sea familiar de algún pez gordo rojo rojito, vaya casualidad, a quien voy a convencer de que este juego lo podemos regalar en las escuelas, para que los niñitos aprendan desde ya cuál es el país que están heredando...).