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sábado, 1 de septiembre de 2012

El misionero

Tal Cual

"Revolución, ¡cuántos crímenes se cometen en tu nombre!" Parodiando a Madame Roland

AMÉRICO MARTÍN

1 Trataré de poner al servicio de la comprensión la naturaleza muy especial ­más abajo se explica por qué lo es­ del proceso electoral que estamos viviendo en esta Venezuela que en lo que menos se espera saca la mano salvadora desde el fondo del pantano.

Exagerando un poco la nota, un viejo amigo cubano se admiraba de la potencia democrática subyacente de Venezuela, caso que consideraba único en Latinoamérica.

No me atrevería a decir que el nuestro sea un caso único pero doy por seguro y demostrado que es un fenómeno muy propio de nuestra realidad del que las mejores consciencias se habían ocupado.

Permítanme mis ociosos lectores una digresión que será útil para volver al país de Chávez y Capriles, a la contradicción en clave moderna entre la vocación autoritaria y la democracia, cuestión que solapa las tradicionales confrontaciones basadas en ideologías enfrentadas. En las condiciones de hoy esos debates tan importantes serían divagaciones exquisitas, independientemente de la verdad que encierren.

El reto es claro como el agua clara: nos agrupamos, más allá de ideologías, alrededor de Capriles, o la autocracia terminará copando los últimos espacios de libertad y creatividad.

Respondiendo a la teoría de que nuestras inmaduras sociedades no podrían salir del infamante subdesarrollo sin la intervención de dictadores enérgicos y "visionarios", Augusto Mijares vinculaba el desarrollo a la democracia que, lejos de ser inaplicable o cuando menos prematura, no solo era mayoritaria sino que era demandada como la puerta de entrada a la civilización. Vallenilla Lanz, por ejemplo, daba multitud de casos hispanoamericanosde autócratas transformadores. Según él, Bolívar y Páez en Venezuela, Rafael Núñez en Colombia, Porfirio Díaz en México, y así. Ese pesimismo sociológico fue contestado mejor que nadie por nuestro Augusto Mijares quien reivindicaba la democracia como corriente subterránea en trance de saltar a la historia. Optimismo y democracia, pesimismo y dictadura.


2 Ahí se ve cuánto abolengo hay detrás de los regímenes que violan constituciones y estrangulan libertades en nombre de una causa superior que en Vallenilla es la civilización y en Chávez la revolución.

En su nombre se ha deificado a un hombre, se le han entregado todos los poderes y se le permite disponer del ingreso público sin controles externos ni internos.

Ese personaje envía a la cárcel a quien no le cae bien y allí lo deja hasta el fin de los tiempos. Un demiurgo que ensaya ruinosos sistemas alternativos, destruye propiedades, pone un ancla en el cuello al desarrollo independiente del país y puede a su capricho devolverse, meterse en otras aventuras en medio de los atronadores aplausos de sus leales, sin que nadie mencione los ingentes recursos perdidos en cada fantasía Como, siguiendo el agudo comentario de Bolívar, la gente parece acostumbrarse a obedecer y el sistema autocrático a mandar, un hondo pesimismo, alimentado desde el poder, sembró la idea de que el presidente Chávez jamás saldría del mando.

¿Se lo imagina alguien poniéndole la banda a Capriles? fue una de las resobadas oraciones del pesimismo sociológico.

Olvidaron a Mijares, olvidaron la corriente democrática represada pero inconforme y dispuesta a romper diques si se daban las condiciones para que así ocurriera.


3 Lo primero fue entender que la unidad imponía renuncias y que sería importante darle al pueblo la palabra si se quería un movimiento único fuerte y participativo de veras. Esa función correspondió a las Primarias, convocadas con estupendo buen juicio por la MUD. Lo segundo fue el candidato. Frente a un personaje que había construido su liderato destruyendo mecanismos institucionales y usando el cemento de la emoción y el servilismo, había que dar con un opositor que cimentara su propia fuerza emocional en la pulsión del cambio, un cambio cuyos perfiles fueron diseñados con la intervención de profesionales, técnicos e intelectuales de primera línea. Razón y emoción, corazón y cerebro, huevos con sesos, nombre del plato cubano que en la isla servía para definir a Martí: huevos con sesos.

Pero hay algo más en Capriles. Para recorrer minuciosamente la geografía del país, pueblo por pueblo, levantar concentraciones como sacándolas de un largo y estrellado sombrero de mago de feria, se necesita, sí, tener una gran resistencia física, pero sobre todo hay que ser un misionero, misionero como los que en apenas 50 años evangelizaron la América Hispana. Un hombre entregado en cuerpo y alma a la causa que se le ha encomendado. Totalmente indiferente a los insultos cloacales que le arrojan quienes no pueden alcanzarlo.

¿Cómo soporta usted sin que se le mueva una ceja esa cauda de porquerías que le dispara el presidente? ­Mi mamá me enseñó ­fue su respuesta­ que a los mayores hay que respetarlos.

Dije que para responder al reto explanado se necesita unidad y un misionero al frente.

En Bhagavad Gita, obra escrita unos tres siglos antes de Cristo, el muy venerable Krishna, uno de los nombres del Maestro Supremo de las religiones hindúes, invocaba al Muni, inmune a los asaltos del mundo sensible pero entregado con devoción a su causa. Esos rasgos que la campaña ha ido afirmando en Capriles lo han convertido en el abanderado ideal de la victoria de la democracia oculta de Mijares y la derrota de los monarcas absolutos que se hablan a sí mismos. Ver a los trabajadores de las empresas básicas que reclamaron, desengañados, al presidente Chávez, aplaudir y entender al rompe el significado de la candidatura de Capriles, vale más que las encuestas que lo siguen elevando en las preferencias electorales.

País excepcional el que nos ha tocado en suerte.

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