LUIS CHUMACEIRO - Tal Cual
Me excuso con los amables lectores por este estado de ánimo que impide escribir textos inteligentes. Mi culpa se aligera un poco al reconocer que no soy fuente inagotable de información y temáticas que lleven al lector a reflexión, como pretendo se infiera de la disculpa. De manera que, en realidad, poco importa lo que escriba porque estoy convencido de que soy el único columnista de
Tal Cual Dominical que nadie lee los fines de semana.
No crean ustedes que estoy deprimido.
Al contrario, en este preciso instante transito por la Nirvana, recién mudado a un apartamento que me hace sentir en París, saliendo poco a la calle por las vacaciones de la universidad, haciendo lo que más me gusta: Ver el beisbol de Grandes Ligas y escribiendo libros que serán leídos por personas que han abandonado el viejo hábito, sustituyéndolo por facebook, twitter, iphone y BB. Y me leen por obligación porque son materias que deben aprobar, la carga que llevan en sus vidas. Disfruto con solo pensarlo.
Estoy plenificado y santificado después de este casero retiro espiritual. Durante el tiempo de encierro, la señora Chumaceiro compra comida y me la tira a la misma hora porque no tenemos operativa la cocina.
Mientras devoro sin cubiertos, ella me acaricia la cabeza y hay veces que me cepilla el pelo distraída. Me levanto, retira el plato que compró en una tienda lujosa que llaman pet shop y me rasca la barriga mientras yo me río sin parar.
Cuando ellas salen, me coloco a leer tristón tras la puerta hasta que siento abrirse el ascensor y comienzo a brincar en espera de que se abra y me den los regalos. Traen golosinas, eso que llaman comida basura y uno que otro juguete que solo puedo usar si me porto bien. Una que otra vez me sacan a la calle y me llevan a lugares muy interesantes como el Parque del Este, la Plaza Altamira o la avenida principal de La Lagunita. Me obligan a usar una especie de correa, similar a la que utilizan con los niños, con la excusa de que ellas se pueden perder. Y yo lo creo así porque estamos en Venezuela y uno nunca sabe lo que puede pasar.
Creo que me llevaron al médico, pero no fue así. Acompañé a mi hija Federica, la menor, a lo que creí un odontólogo porque me revisó la dentadura y dijo que todo estaba bien. Lo mejor de todo fue que tuve la oportunidad de ver numerosos animales, la mayoría entristecidos, salvo una perrita salchicha que emocionada bailaba a mi alrededor. Creo que ha sido la más atrayente aventura que he tenido en los últimos años.
He perdido la noción del tiempo. Imaginen que Gloria Villamizar me llamó para indagar el porqué no había remitido el artículo. Yo les dije que lo había mandado ya; pero me informaron que esa contribución fue la de la semana pasada. Resulta que hoy no es viernes, tampoco jueves, quizás sea lunes. Lo cierto del caso es que no tengo televisión, no uso celular, tampoco teléfono fijo. He cortado relación comercial con Cantv, Directv, Movistar y Supercable. Me limitó a robar la señal de algún vecino para seguir, como ya les dije, al menos tres juegos diarios por MLB.COM.
Tengo información de las cuitas de Félix Hernández, Freddy García, Cabrerita, Andrus, Scutaro el de San Francisco, no mi amigo diseñador, el Panda y cómo no saber de Ozzie Guillén, aunque uno se encuentre en Venus. El sufrimiento más grande que he tenido en estas semanas ha sido el final de temporada de Santana y la incógnita más relevante ha sido en qué equipo de Grandes Ligas terminará Dubront.
Sé que las elecciones no se han dado todavía porque las clases no han comenzado. También intuyo que las cosas van bien porque frente al timón tenemos un veterano de mil naufragios y tragedias que se hace acompañar de una serie de confiables argonautas. Créanme, son absolutamente predecibles y uno sabe lo que no puede esperar de ellos.
Quizás en otras partes exista caos pero en esta Venezuela sanglante, contamos con la industria petrolera más prospera, vías de comunicación adecuadas, soberanía alimentaria, paz social, seguridad a prueba de balas y pare usted de contar. Y no me extrañaría que, al despertar de este sueño vacacional, encuentre depositados los pasivos laborales que tiene el régimen con la UCV. En ese momento sabré que el demonio convocó a alguno de sus asociados, al infierno.
luischumaceiro@yahoo.fr
@luischumaceiro
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sábado, 1 de septiembre de 2012
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